miércoles, 18 de diciembre de 2013

ENTREVISTA CON MARK J. P. WOLF: LA CONSTRUCCIÓN DE MUNDOS IMAGINARIOS

Esta entrevista era necesaria y aquí está.

ENTREVISTA CON MARK J. P. WOLF

ANDRÉS LOMEÑA: Marie Laure-Ryan ha dicho que su libro Building Imaginary Worlds va a ser la nueva Biblia de los mundos ficcionales. Estoy de acuerdo con ella. ¿Por qué la teoría sobre la construcción de mundos imaginarios ha despegado tan tarde? A mí me parece bastante intuitiva.
MARK J. P. WOLF: Probablemente porque hay más historias que no están localizadas en mundos imaginarios que las que sí lo están y no hay duda de que la narrativa es lo que domina el arte de la ficción. En su mayor parte, el mundo está en segundo plano y quizás por eso es más fácil obviarlo. Por otro lado, la cantidad de subcreación o construcción de mundos de una obra es una cuestión de grado, y algunos mundos están muy poco desarrollados, con una línea de demarcación muy fina entre las historias del mundo secundario y las del mundo primario. Además, antes del siglo XX, los mundos rara vez se expandían más allá de un único libro, así que era menos evidente como pieza que puede separarse de la historia que se está narrando; el mundo servía a las necesidades de la trama y apenas se encontraban múltiples historias situadas en el mismo mundo. Si alguien lo hacía era porque se trataba de un personaje transnarrativo y en esos casos el foco de atención era el personaje y no el mundo. Otra razón sería que hasta hace muy poco, la mayoría de los estudios no iban más allá de un simple medio, narrativa o autor, por lo que cualquier mundo que traspasara esas fronteras no se analizaba ni discutía como un todo.

A.L.: Su argumento principal es que a menudo los mundos imaginarios son transmedia, transnarrativos y transautoriales. ¿Qué implica eso para la teoría de los medios? ¿Dónde se halla esa “esencia” literaria, si no pertenece al medio en sí?
M.J.P.W.: En primer lugar, tienes que aplicar las teorías apropiadas al análisis, donde se pueden incluir novelas, películas, productos televisivos, videojuegos, cómics, sitios web, juguetes, etcétera... cada uno de los cuales contiene parte del mundo y a veces esa parte no está contenida en otros medios, así que tienes que ser casi un erudito cuando empleas las teorías de los medios.
En cuanto a la “esencia literaria”, los mundos ahora están compuestos por palabras, imágenes, sonidos, interacciones y objetos (esto lo he tratado en el capítulo seis), así que es más difícil que antes expresar y estudiar esa esencia. ¿El medio ya no es el mensaje? Creo que aún puede serlo, sólo que deberíamos preguntarnos por qué una obra en particular situada en el mundo aparece en un medio concreto y qué significa eso; por ejemplo, una parte del universo de Star Wars que aparece sólo en una novela y no en la película será considerada menos canónica porque las historias canónicas aparecen caracterizadas en las películas. Los videojuegos introducen un elemento interactivo que no suele estar presente en otros medios y esto también puede suscitar preguntas relacionadas con la canonicidad (también lo discuto en ese mismo capítulo). Así que los mundos que se desplazan de su medio de origen a otros medios lo hacen por una razón; con la cantidad cada vez mayor de iniciativas cross-media, ese trasvase se ha vuelto más fácil que nunca. En los crossover, como ocurre en el universo DC de los cómics, son frecuentes las conexiones de ciertos mundos hacia otros mucho más abarcadores y esto se remonta a las novelas de L. Frank Baum y sus mundos de Oz, quien los unía, de manera retroactiva, con otros más grandes. La consecuencia principal de este análisis es que para estudiar un mundo, tienes que mirar en la historia supradiegética y experimentar (leer, ver, escuchar) muchas obras situadas en el mundo para comprenderlo al cien por cien. Algunos mundos son tan enormes que para una única persona puede ser muy difícil o imposible acercarse a ellos sin tener que observar el mundo entero.

A.L.: En su libro habla de mundo primario y secundario. ¿Cómo podemos comparar esos mundos? También cita la tipología semántica de la ficción que propuso Marie-Laure Ryan. No sé si se ha planteado hacer algo similar.
M.J.P.W.: En realidad, los términos son de Tolkien y están basados en dos tipos de imaginación propuestas por Coleridge. Los mundos secundarios toman prestado mucho del nuestro, el mundo primario, y las carencias de los mundos secundarios son las mismas que las del primario, a menos que un autor nos diga lo contrario. Los mundos secundarios tienen que parecerse un poco a los primarios para que sean comprensibles por sus audiencias. En cuanto a la tipología, en el capítulo tres enumero diferentes tipos de infraestructuras usadas por los autores para estructurar y construir un mundo imaginario. Esas infraestructuras son las mismas que usamos para comprender el mundo primario y para construir una imagen de él en nuestras mentes.

A.L.: ¿Son los mundos imaginarios un mero resultado de los medios de masas? ¿Cómo modificaron este campo Tolkien y la literatura pulp? Hace bien en recordarnos que existen mundos imaginarios, al menos, desde Homero.
M.J.P.W.: Los mundos imaginarios han estado ahí desde siempre y el capítulo dos es una historia que responde a todas esas cuestiones. Sería bastante difícil resumir esas más de cuarenta mil palabras aquí. De manera breve: antes de 1900, los mundos imaginarios eran principalmente una experiencia literaria, normalmente libros que ocasionalmente traían alguna ilustración. El nacimiento de los medios de comunicación de masas de finales del XIX y principios del XX introdujo más elementos, incluyendo la imaginería de la fotografía, del cine, del arte secuencial (los cómics) y del sonido (la radio). El mundo de Oz de Baum fue el primer gran mundo transmedia en usar muchos de estos formatos e incluso originó nuevo material en varios medios, por lo que no sólo realizó adaptaciones del material que ya existía. Los magazines y las novelas pulp ayudaron a generar muchas nuevas ideas sobre los mundos; la industrialización y las tecnologías de la información inspiraron la ciencia-ficción y crearon grandes audiencias para ello. La obra de Tolkien trajo consigo la construcción de mundos imaginarios a un nuevo nivel de detalle con un alto grado de invención, completitud y consistencia, y llegó a ser el mundo imaginario más grande jamás creado por un único autor (antes de El señor de los anillos, este honor habría recaído sobre Islandia de Austin Tappan Wright). La obra de Tolkien inspiró un nuevo interés en el género fantástico y hasta cierto punto lo redefinió, haciendo a los lectores más conscientes de la idea del mundo donde se desarrolla la historia. Otros medios como los juegos de rol y los videojuegos añadieron interactividad a los mundos imaginarios y permitieron a las personas explorarlos y moverse en ellos. Los cómics y más tarde la radio y la televisión mostraron mundos con acontecimientos nuevos cada semana o a diario, algo que las audiencias siguieron durante años. Cada nuevo medio ha añadido algo novedoso a la experiencia de los mundos imaginarios.

A.L.: Usted y Eric Hayot han escrito sobre los mundos literarios. ¿Hasta qué punto son compatibles sus teorías?
M.J.P.W.: Admito que no he leído su libro, pero por lo que sé de él, Hayot usa “mundo” de manera más amplia para indicar el agregado de un autor, como en el mundo de Dickens o el de Austen, más que en el sentido de Tolkien de mundo secundario. Su perspectiva se puede aplicar a los mundos secundarios, sobre todo algunas de sus categorías (amplitud, completitud, estructura metadiegética, conectividad, sistema de personajes y dinamismo). En definitiva, nuestros enfoques son algo distintos, aunque parecen bastante compatibles.

A.L.: ¿Cuáles son sus mundos imaginarios favoritos?
M.J.P.W.: Mi autor favorito es Tolkien, cuyas obras incluyen la teoría y la práctica de la fabricación de mundos. El mundo de Star Wars de George Lucas es impresionante por su amplitud y su profusión de detalles, y desde luego fue un salto hacia la construcción de los mundos audiovisuales. También admiro Estrella de Defontenay (1854), que fue un adelantado a su tiempo [precursor de las space-operas y antecedente de Olaf Stapledon], y el planiverso de Dewdney, que está muy elaborado. El mundo de Myst también es interesante para comentar la naturaleza de la subcreación. Para mundos imaginarios, pero algo más realistas, la Islandia de Austin Tappan Wright es muy recomendable.

A.L.: ¿Cómo desearía concluir?
M.J.P.W.: Ahora se discute y se debate mucho sobre la construcción de mundos. El número de proyectos que analizan el mundo antes que la historia va en aumento, así que esto desembocará en nuevas e interesantes obras y quizás incluso represente una nueva era para los mundos imaginarios.

18 de diciembre de 2013

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