viernes, 25 de septiembre de 2015

ENTREVISTA CON MARTIN WILLIS

Relaciones entre literatura y ciencia.

ENTREVISTA CON MARTIN WILLIS

ANDRÉS LOMEÑA: Usted ha explicado que autores como E.T.A. Hoffmann y Auguste Villiers de L´Isle-Adam contribuyeron al entendimiento de la cultura científica del siglo diecinueve. Asimismo, cree que el canon de la ciencia-ficción ha aplicado categorías recientes (“ciencia-ficción”, sin ir más lejos) a novelas que se publicaron antes de que existieran esas categorías. En cierto modo, es como si exhumara un objeto enterrado bajo varias capas analíticas. ¿Qué encontró al final de su investigación?
MARTIN WILLIS: En realidad, en mis dos últimos libros, incluyendo el estudio sobre la ciencia-ficción al que te refieres, mi aspiración ha sido la de interrogar y revelar las relaciones ocultas entre literatura y ciencia. Como crítico, esto significa que debemos investigar la historia de la ciencia tanto como el texto literario. De hecho, creo que mantener el equilibrio es esencial si quieres comprender adecuadamente las influencias culturales que ha producido y recibido la ciencia. Aunque este proyecto de investigación general sigue en marcha, al final de mi libro sobre la ciencia-ficción descubrí lo inmersas que estaban las novelas de ciencia-ficción decimonónicas en las ciencias de su tiempo. Es evidente que escritores como Hoffmann en Alemania o L´Isle-Adam en Francia no habrían pensado que estaban haciendo ciencia-ficción. Esa categoría aún no existía. Se veían, más bien, como cronistas de los nuevos desarrollos de su tiempo y evaluaban el impacto potencial que esto tendría sobre la vida humana. Creo que ese es uno de los grandes logros de la ficción: se puede experimentar con desarrollos científicos en contextos (ficticios) del mundo real.

A.L.: La literatura y la ciencia cooperaron a la hora de determinar los principios de la sociedad del siglo diecinueve, así que la gran bifurcación entre ficción y hechos no debió ser tan abismal.
M.W.: Creo que las dos culturas, que ven la ciencia y las humanidades como dos esferas separadas que ignoran lo que la otra hace, puede ser un nombre inapropiado. La ciencia y las humanidades (ciencia y literatura) siempre han dialogado. Es decir, nunca hubo una bifurcación: las definiciones de “hecho” y de “ficción” siempre han sido rebatidas y nunca han sido fijadas fácilmente dentro de disciplinas particulares. En mi propia obra he tratado de evidenciar eso, incluso en aspectos donde creemos que ciencia y literatura pueden estar muy alejadas. Al hacer esto no creo que esté inspirado por ningún paradigma científico como la teoría del caos ni nada por el estilo. Mi atención se mantiene en el lenguaje y la escritura. Diría que desde que la ciencia y la literatura existen como herramientas comunicativas (gracias a la escritura, por ejemplo), resulta más útil mirar atentamente en esa escritura.

A.L.: Su libro aboga por la interdisciplinariedad. Barri Gold hace lo mismo en su obra ThermoPoetics. ¿Se está logrando el sueño de la práctica interdisciplinaria?
M.W.: Conozco y admiro la obra de Barri y es verdad que compartimos un objetivo común al buscar investigaciones que sean interdisciplinarias. Tienes razón al sugerir que esa práctica puede llegar a ser complicada. Ya es difícil estar al día en tu propio campo como para tener que aprender otro hasta el punto de sentir que tienes el suficiente dominio para decir algo interesante al respecto. Sin embargo, ese es el truco del trabajo interdisciplinario: tienes que equilibrar dos campos, como por ejemplo la ficción gótica victoriana y la comprensión médica de las enfermedades infecciosas. Hay que transportar el suficiente conocimiento de un lado a otro como para decir algo nuevo sobre cada uno de los campos y sobre las relaciones que mantienen entre sí. En realidad, estás haciendo tres cosas y eso puede ser muy exigente. El hecho de que haya una vibrante comunidad de académicos trabajando en esta dirección muestra que tiene sentido intentarlo y también que hemos tenido un éxito moderado. No obstante, queda mucho por hacer para que alcancemos un entendimiento completo sobre las relaciones entre literatura y ciencia, así como para comprender los efectos que su interconexión ha tenido sobre la cultura humana.

A.L.: En su libro habla de mesmeristas, monstruos y máquinas. ¿Añadiría ahora alguna categoría nueva?
M.W.: Las categorías que usé fueron útiles para traer a colación una serie de ejemplos, pero no tenían pretensiones totalizadoras. En el libro que escribí tras Mesmerists, Monsters and Machines dejé de pensar a través de categorías materiales y me volqué en algo más conceptual: la visión. Esa fue una categoría útil que me ayudó a pensar acerca de cómo la literatura y la ciencia tienen cosas interesantes que decir sobre la mirada, que es un modo esencial de relacionarnos con el mundo. Es muy difícil saber si ahora la literatura y la ciencia se conectan de formas diferentes. Mi inclinación sería decir que están vinculadas de manera inevitable; esas nuevas formas habrán evolucionado con el tiempo y sus raíces pueden rastrearse en el siglo diecinueve (el periodo en el que soy experto), y probablemente mucho antes.

A.L.: Me parece que Solar de Ian McEwan es un buen ejemplo de novela que trata sobre la ciencia.
M.W.: Sí. Puede que Solar hable de un tema relativamente reciente como es el cambio climático, pero sus preocupaciones (el rol de los científicos, la ética, las aplicaciones comerciales, las tecnologías, etcétera) eran preocupaciones del siglo diecinueve también.

A.L.: Para terminar, háblenos de su próximo trabajo.
M.W.: Mi nuevo estudio se centra en la medicina, pero es ante todo una continuación y extensión del trabajo que ya he hice con anterioridad. Trata sobre las representaciones de las enfermedades en la ficción del siglo diecinueve y vuelvo a mirar en una variedad de escritos de toda Europa (en textos franceses, para ser exactos), pero soy más explícito políticamente hablando de lo que he sido nunca. Estoy intentando responder a la reciente disminución de las humanidades por ser consideradas como algo irrelevante o que carece de valor de uso. Esa idea es de una tremenda ignorancia respecto al valor de la literatura, la historia o la filosofía, y necesita ser refutada. Mostrar ejemplos de ese valor de uso me parece una tarea valiosa.

25 de septiembre de 2015

miércoles, 23 de septiembre de 2015

ENTREVISTA CON THAD ROBERTS

El autor de Einstein´s Intuition nos habla sobre su teoría del todo.

ENTREVISTA CON THAD ROBERTS


ANDRÉS LOMEÑA: Su teoría del espacio cuántico postula que el vacío sería algo “cuantizado”. Sugiere que el espacio-tiempo está hecho de partículas discretas que interaccionan. ¿Qué es exactamente ese “cuanto” y qué estructura tiene ese sustrato primordial?
THAD ROBERTS: Si el vacío es un superfluido [estado físico de la materia caracterizado por la ausencia total de viscosidad; este fenómeno físico se puede dar a temperaturas cercanas al cero absoluto], entonces su estructura no es estática, sino que irá cambiando con el tiempo. Los cambios de estado del espacio (las distorsiones que se propagan a través del medio, los tipos de distribución de densidad y el modo en que fluye el fluido) dan lugar a las fuerzas de la naturaleza porque representan fugas respecto a la noción euclídea de espacio. Por ejemplo, la divergencia en el flujo del vacío (que existe donde hay un flujo hacia dentro o hacia fuera) sería responsable de los campos eléctricos, los bucles en el vacío (flujo circular) serían responsables de los campos magnéticos y los gradientes de densidad introducirían la curvatura del vacío y causarían efectos gravitacionales. Una vez que asumimos que el sustrato primordial es una colección de cuantos que interactúan elásticamente y se comportan colectivamente como un superfluido, las partículas fundamentales de la materia se vuelven “sonones” [vórtices cuantizados] primarios en ese superfluido (piensa en vórtices estables o en “anillos de humo”) y están naturalmente restringidos a valores cuantizados.

A.L.: El espacio-tiempo ya no sería el vacío en el que queda suspendida la materia. Habría un fondo “superespacial” donde el espacio-tiempo se comporta como un fluido. Así, ese fondo superespacial sería una especie de nuevo vacío, ¿no es así?
T.R.: Sabemos que para unificar la relatividad con la mecánica cuántica, es decir, para superar ambas teorías y obtener un conocimiento más profundo de la singularidad de la naturaleza, tenemos que construir lo que los físicos llaman una teoría con una base independiente. Entender el vacío como un superfluido captura de forma natural esta condición, pero en realidad todo es un poco más sofisticado. En lugar de prescindir del vacío real o de aquello que está a un nivel más allá del vacío, este modelo propone una estructura fractal para el vacío que disuelve la noción de un fondo definitivo: el vacío estaría compuesto por partes cuantizadas, y de forma similar, esas partes y el medio en el que están hechas esas partes también estarían compuestas por partes cuantizadas, y así hasta el infinito.

A.L.: ¿Cuál es el principal problema para visualizar el universo en nuestra mente?
T.R.: La principal dificultad en la comprensión de cualquier paradigma nuevo consiste en abandonar el antiguo. Es habitual que los conceptos en ciencia resulten complicados si contradicen lo que nosotros ya creemos sobre el mundo. Explicar conceptos científicos avanzados tiene que ver menos con enseñar a alguien unas matemáticas complejas que con animarles a desafiar sus creencias sobre la realidad. Cuando exploramos diferentes conjeturas sobre el mundo, encontramos que algunas perspectivas contienen efectos que son paradojas en otros puntos de vista. Así es como reducimos el espacio de posibilidades y alcanzamos un mejor entendimiento de la naturaleza. Cuanto más nos acercamos a la naturaleza tal y como es, más elementales se vuelven los conceptos avanzados.
Mi técnica para enseñar a las mentes curiosas cómo explorar los misterios de la física es empezar a identificar las suposiciones que tienen los estudiantes. Luego les ayudo a explorar diferentes conjeturas. Por ejemplo, la mayoría de las personas imagina el espacio como un campo liso de vacío. Es decir, si les pido que imaginen el universo, pero que eliminen toda la materia, la luz y todo lo demás que está fuera de ese espacio, aún imaginan algo que es idéntico en todos los lugares a todas las escalas. Cuando sostenemos esa imagen del espacio, las cuatro fuerzas, la dualidad onda-partícula, la materia oscura o la energía oscura son misterios necesariamente desconcertantes. Sin embargo, si nos atrevemos a alterar esas suposiciones sobre la naturaleza del espacio, nos encontramos con un modelo que nos da un acceso intuitivo a todos esos efectos. Para cumplir esa tarea, el profesor tiene que escuchar cuidadosamente a los estudiantes y les permitirá que exploren más allá de los confines de su visión del mundo.

A.L.: Para comprender la curvatura del espacio-tiempo bastaría con entender los gradientes de densidad: un agujero negro representaría el límite máximo de densidad en la fase de vacío. ¿Es correcto decir que en este modelo los agujeros de gusano macroscópicos no existen? ¿Depende todo de la distribución de los cuantos?
T.R.: La distribución de los cuantos determina el estado de vacío. Este estado evoluciona de forma determinista de acuerdo con la ecuación de Schrödinger. Eso es todo cuanto hay para pillar la dinámica. Las distribuciones específicas de los cuantos corresponden a propiedades que hemos nombrado. Por ejemplo, una región donde los cuantos están todos comprimidos al máximo sería un agujero negro, mientras que las regiones con vórtices pequeños y estables serían partículas fundamentales de la materia, y los fonones [cuasipartículas o modos cuantizados vibratorios] que se propagan por el vacío serían paquetes de luz. Los agujeros de gusano se definen como las regiones vacías entre puntos distantes del espacio, rutas de vacío del espacio cuantizado. Esa naturaleza cuantizada del vacío garantiza la aparición de esos agujeros de gusano en escalas microscópicas, pero también ofrece la posibilidad de agujeros de gusano más grandes que son asintóticamente más pequeños a medida que ampliamos la escala. En resumen, todo depende de la distribución de los cuantos, una vez que está fijada y determinada la dinámica.

A.L.: ¿Hay alguna filosofía o ética más allá de sus explicaciones sobre física?
T.R.: Filosóficamente defiendo el realismo científico, ya que como científico (y como individuo que aspira a mejorar su propia condición humana) me siento atraído por los objetivos metafísicos más ambiciosos. Por razones similares, en el ámbito de la moral defiendo una ética del cuidado porque tiene para sí misma un propósito mucho más elevado que algunas tradiciones históricamente cortas de miras, como las éticas de la justicia.

A.L.: Garrett Lisi ha elogiado su libro y él ha intentado desarrollar una teoría geométrica del todo. ¿Son compatibles sus teorías?
T.R.: Mi objetivo es la gran unificación, mientras que Garrett está explorando simetrías que apuntan hacia una unificación geométrica de las partículas fundamentales de la materia. Tenemos una aspiración común: obtener una explicación geométrica de las leyes y la estructura observada en la naturaleza. En mi opinión, Garrett es exactamente el tipo de persona que la ciencia necesita. Mantiene un equilibrio saludable en su vida (amor, aventura, amistad), lo que le ayuda a expandir su empatía y le empuja constantemente a nuevos desafíos. Su ciencia se beneficia de todo esto.

A.L.: ¿Hay alguna cualidad que ayude a tener éxito como físico?
T.R.: Un científico con éxito es casi el opuesto conceptual de un hombre de negocios o de un político con éxito. Los empresarios y políticos alcanzan el éxito alineándose con el paradigma actual y lo defienden. Por el contrario, los científicos que han sido verdaderamente significativos para la historia tienden a socavar audazmente el paradigma de su tiempo, iniciando una transformación que ofrece un entendimiento del mundo más completo. Es una aventura realmente arriesgada, sobre todo cuando se comprueba que la mayoría de las nuevas ideas están equivocadas; no obstante, solo existe una oportunidad de acercarnos a la verdad cuando tenemos el coraje de explorar esas ideas. Los científicos de éxito transitan un sendero muy angosto. La ortodoxia siempre desdeña y ridiculiza las nuevas ideas, como pasó con la intuición de Benoît Mandelbrot de que hay sistemas en la naturaleza que están modelados como fractales, hasta que se vieron forzados a aceptarla. Mientras tanto, los verdaderos científicos son aventureros que defienden el derecho a que avance el pensamiento humano. Ser un científico de éxito requiere que no permitamos que los chismorreos se conviertan en el árbitro de la verdad. Creemos profundamente en la curiosidad y en la creatividad que anida en nuestro interior y seguimos avanzando hacia una perspectiva mejor. Esto también significa que permanecemos abiertos a la posibilidad de que cualquier idea nueva que exploramos sea incorrecta, pero nunca dejamos que eso obstaculice nuestro camino. La ciencia es el viaje de la intuición humana y requiere que lo arriesguemos todo para tener la oportunidad de expandir lo que significa ser humano.

23 de septiembre de 2015
Andrés Lomeña