domingo, 22 de junio de 2014

ENTREVISTA CON DAVID SHIELDS

ENTREVISTA CON DAVID SHIELDS

ANDRÉS LOMEÑA: He leído que James Fenimore Cooper escribió sus mejores obras porque estaba tan decepcionado con la literatura de su tiempo que afirmó que hasta él mismo podría hacerlo mejor. La mujer le desafió y él aceptó el reto. ¿Nació su manifiesto Hambre de realidad de un estado de insatisfacción parecido?
DS: Sin duda. El libro nace de mi insatisfacción lacerante con la dirección que estaba tomando la literatura contemporánea. El libro es un intento de teorizar y de personificar una nueva dirección.

A.L.: La novela convencional está moribunda porque ignora la cultura que le rodea. Usted propone nuevas formas de narración. ¿Cuáles son esas formas? Siempre pienso en el powerpoint final de la última novela de Jennifer Egan.
D.S.: Esos son gestos menores. A grandes rasgos y casi de forma excluyente, he de decir que no me interesa la ficción contemporánea, o al menos la ficción que se identifica fácilmente como ficción. Me interesa el ensayo con la longitud de un libro y el collage literario.

A.L.: Algo se debe de estar haciendo muy mal cuando las series de televisión son más significativas para las personas que las buenas novelas.
D.S.: Desde mi perspectiva, el objetivo no es incluir programas televisivos o gestos contemporáneos en una obra de literatura; se trata más bien de encontrar una escritura congruente con la existencia contemporánea. Prácticamente ninguna novela hace eso.

A.L.: Las novelas suelen advertir al principio que todos los hechos son ficticios. ¿No es un gesto bastante infantil el intento de protegerse de la realidad con esa especie de aura?
D.S.: Desde luego. Así es como empezó mi fuga de la ficción. Escribí y publiqué tres novelas a mis veinte y a mis treinta años. Me aburrí muchísimo con la actitud de los escritores de ficción: esa extraña convicción de que, al igual que Dios, el autor crea ex nihilo.

A.L.: ¿Le dice algo la crítica literaria?
D.S.: Tampoco me interesa la crítica que se expresa como simple crítica literaria. Me atraen las obras que se saltan las fronteras. Me gusta la crítica que se hace desde una posición imaginativa, como The End of the Novel of Love de Vivian Gornick.

A.L.: ¿Le sirven las teorías de la ficcionalidad para sus propósitos?
D.S.: Me gusta Mímesis de Erich Auerbach y The Poetics of Prose de Tzvetan Todorov. Me encanta Cioran, Barthes, Foucault y Derrida, así como Blaise Pascal, Schopenhauer y Nietzsche: una vez más, la crítica imaginativa. Otro ejemplo sería Eros the Bittersweet de Anne Carson y toda la historia del pensamiento y de la consciencia.

A.L.: ¿La nueva literatura tiene que superar los límites geográficos? Una novela geopolítica para una era de globalización.
D.S.: Hay una prosa muy plana que implica atravesar las fronteras geopolíticas. Yo estoy más consagrado a la violación de las fronteras de género e intento explicarlo en muchas de mis obras: Reality Hunger, How Literature Saved My Life, Enough About You, y mi próximo libro I Think You´re Totally Wrong: a Quarrel.

A.L.: ¿Qué nos recomendaría?
D.S.: Aquí te dejo una lista de escritores que me gustan:

Henry Adams, The Education of Henry Adams
Renata Adler, Speedboat
James Agee, Let Us Now Praise Famous Men
Hilton Als, The Women
W.H. Auden, A Certain World
Augustine, Confessions
Nicholson Baker, A Box of Matches
James Baldwin, Notes of a Native Son
Julian Barnes, Flaubert’s Parrot
Roland Barthes, S/Z
Jo Ann Beard, The Boys of My Youth
Samuel Beckett, Proust
Alan Bennett, Writing Home
Sandra Bernhard, Without You I’m Nothing
Thomas Bernhard, Concrete
John Berryman, The Dream Songs
Eula Biss, The Balloonists
Grégoire Bouillier, The Mystery Guest
Jorge Luis Borges, Other Inquisitions
Joe Brainard, I Remember
Richard Brautigan, Trout Fishing in America
Sophie Calle, Exquisite Pain
Albert Camus, The Fall
Mary Cappello, Awkward
Anne Carson, Plainwater
Terry Castle, “My Heroin Christmas”
John Cheever, Journals
Frank Conroy, Stop-Time
E.M. Cioran, “On Sickness”
J.M. Coetzee, Elizabeth Costello
Billy Collins, The Art of Drowning
Bernard Cooper, Maps to Anywhere
Cyril Connolly, The Unquiet Grave
Douglas Coupland, Generation X
John D’Agata, About a Mountain
Charles Darwin, Origin of the Species
Alphonse Daudet, In the Land of Pain
Larry David, Curb Your Enthusiasm
Thomas DeQuincey, Confessions of an English Opium-Eater
Joan Didion, “Sentimental Journeys”
Annie Dillard, For the Time Being
Marguerite Duras, The Lover
Geoff Dyer, Out of Sheer Rage
Johann Peter Eckermann, Conversations with Goethe
Annie Ernaux, Things Seen
Frederick Exley, A Fan’s Notes
Brian Fawcett, Cambodia
F.Scott Fitzgerald, The Crack-Up
E.M. Forster, Commonplace Book
Joe Frank, In the Dark
Amy Fusselman, The Pharmacist’s Mate
Mary Gaitskill, “Lost Cat”
Eduardo Galeano, The Book of Embraces
Vivian Gornick, The End of the Novel of Love
Simon Gray, The Smoking Diaries
Spalding Gray, Morning, Noon, and Night
Barry Hannah, Boomerang
Elizabeth Hardwick, Sleepless Nights
Kathryn Harrison, The Kiss
John Haskell, I Am Not Jackson Pollock
Nathaniel Hawthorne, “Custom-House”
Robin Hemley, “Riding the Whip”
William James, Varieties of Religious Experience
Frank Kafka, Letter to My Father
Nic Kelman, Girls
David Kirby, The House on Boulevard Street
Wayne Koestenbaum, The Queen’s Throat
Charles Lamb, The Essays of Elia
Philip Larkin, The Whitsun Weddings
D.H. Lawrence, Studies in Classical American Literature
Denis Leary, No Cure for Cancer
Michel Leiris, Manhood
Ben Lerner, Leaving the Atocha Station
Michael Lesy, Wisconsin Death Trip
Jonathan Lethem, The Disappointment Artist
Sven Lindqvist, A History of Bombing
Ross McElwee, Sherman’s March
Rosemary Mahoney, Down the Nile
Janet Malcolm, The Journalist and the Murderer
Rian Malan, My Traitor’s Heart
Sarah Manguso, The Guardians
David Markson, This Is Not a Novel
Carole Maso, The Art Lover
Herman Melville, Moby-Dick
Daniel Mendelsohn, The Elusive Embrace
Leonard Michaels, Shuffle
Michel de Montaigne, Essays
Danger Mouse, The Grey Album
Vladimir Nabokov, Gogol
V.S. Naipaul, A Way in the World
Maggie Nelson, Bluets
Friedrich Nietzsche, Ecce Homo
George Orwell, “Such, Such Were the Joys”
Blaise Pascal, Pensées
Don Patterson, Best Thought, Worst Thought
Fernando Pessoa, The Book of Disquiet
Plato, Dialogues of Socrates
Marcel Proust, In Search of Lost Time
Jonathan Raban, For Love & Money
James Richardson, Vectors
Alain Robbe-Grillet, Ghosts in the Mirror
François Le Rochefoucauld, Maxims
Rick Reynolds, Only the Truth Is Funny
Chris Rock, Bring the Pain
Jean-Jacques Rousseau, Confessions
Arthur Schnopenhauer, The World as Will and Representation
W.G. Sebald, The Emigrants
Wallace Shawn, My Dinner with André
Sarah Silverman, Jesus Is Magic
Lauren Slater, Lying
Gilbert Sorrentino, “The Moon in its Flight”
Art Spiegelman, Maus
Jean Stafford, A Mother in History
Stendahl, On Love
Laurence Sterne, Tristram Shandy
Jean Stein, Edie
Melanie Thernstrom, The Dead Girl
Jean Toomer, Cane
Thucydides, The History of the Peloponnesian War
George W.S. Trow, Within the Context of No Context
Kurt Vonnegut, Slaughterhouse-Five
D.J. Waldie, Holy Land
Joe Wenderoth, Letters to Wendy’s
Geoffrey Wolff, The Duke of Deception


22 de junio de 2014
Andrés Lomeña

miércoles, 4 de junio de 2014

ENTREVISTA CON TOM STANDAGE

ENTREVISTA CON TOM STANDAGE

A.L.: Su libro Writing on the wall es una historia de los medios
sociales, así que tengo que preguntarle por el papel que juega la
burbuja de filtros de Eli Pariser dentro de sus consideraciones sobre
Internet.

T.S.: Creo que la burbuja de filtros se ha exagerado mucho y puede que esté completamente equivocada. Las personas leen muchos más periódicos online que en papel. Hace algunos años quizás leían un periódico; ahora pueden ver artículos de una docena de periódicos en su Facebook o a través de Twitter. Solía haber un puñado de canales de televisión para elegir, mientras que ahora hay cientos, además de los vídeos de Internet. La tecnología digital ha complicado que exista una burbuja de noticias como ocurría antes.

A.L.: ¿Había spam y malware en el pasado?
T.S.: En el pasado no había tantas formas de rivalizar con el correo.
De hecho, no hubo servicio oficial de correo durante la mayor
parte de la historia. Las personas contactaban con los amigos, o con
mensajeros pagados, para entregar cosas. Hoy lo que vemos es una
competición entre servicios rivales gratuitos. Eso no ocurría en el
pasado. Así que me temo que ni spam (porque enviar mensajes no era gratuito) ni
malware.

A.L.: Propone términos actuales (viral, underground, etcétera) para viejos conceptos (revolución, panfletos, imprenta) ¿Ha sido eso un problema para los académicos?
T.S.: Algunas personas criticaron mi uso deliberado de expresiones
modernas para hablar de las viejas formas de los medios. A la
mayoría de la gente le gustó. Y de hecho algunos historiadores han hecho cosas similares en el pasado, por ejemplo, señalando similitudes entre los panfletos y los blogs, o llamando las redes de noticias de la temprana Iglesia cristiana “La Internet
sagrada”. Así que lo hago con más frecuencia que los historiadores,
pero algunos de ellos también lo hacen. Creo que ayuda a los lectores
a trazar analogías con mayor facilidad.


A.L.: The Victorian Internet tiene un prólogo escrito por Vinton Cerf. ¿Qué figuras parecidas a Cerf había en el pasado? ¿Y a Tim Berners-Lee?
T.S.: Tim Berners-Lee creó la web, que es la cima de Internet.
Vint Cerf cocreó los protocolos con los que funciona la red, así que
Cerf es un poco como Morse y Berners-Lee como Edison, que hizo
innovaciones en la plataforma que Morse había creado. Por otra parte,
he comparado a Mark Zuckerberg con Benjamin Franklin:
https://medium.com/technology-and-society/benjamin-franklin-social-media-pioneer-3fb505b1ce7c

A.L.: ¿Cuál es su próximo proyecto?
T.S.: Aún no lo sé, pero pensaré algo a finales de año.

A.L.: Una recomendación final...
T.S.: No sin nuestro consentimiento de Rebecca MacKinnon fue
un libro muy agudo sobre el impacto político de Internet y de los medios
sociales.

4 de junio de 2014
Andrés Lomeña