martes, 31 de agosto de 2021

¡Hay que desculturizar la cultura!

Entrevista con el profesor Víctor Vich.

Tenemos nuevo ministro de cultura y parece un buen momento para reflexionar sobre cómo promover la vida cultural de los ciudadanos. Para ello hay que fomentar la gestión cultural, es decir, el diseño y aplicación de políticas culturales. No faltan elogios a la cultura ni másters de gestión cultural, aunque echamos en falta una visión crítica de los gestores culturales. Víctor Vich, autor de Desculturizar la cultura, aboga por una gestión cultural transformadora porque todo lo demás sería cultura sin fondo, barbarie disfrazada de civilización.

ANDRÉS LOMEÑA: ¿Qué entiende por desculturizar la cultura?
VÍCTOR VICH: Por desculturizar la cultura me refiero a cuatro dimensiones. En primer lugar, se trata de sacar a la cultura de su autonomía, de los meros debates culturalistas y articularla con problemáticas sociales. La cultura es estructuradora de todos los campos de la vida (económicos, laborales, etcétera). En segundo lugar, se trata de entender la cultura en su tensión interna: en su dimensión liberadora, pero también en su manera de reproducir u ocultar el poder. La cultura es una buena y una mala palabra. La poesía de César Vallejo es cultura, pero desgraciadamente también lo es el patriarcado o la violencia doméstica. La cultura no solo es un objeto, sino además una manera en la que el vínculo social ha quedado regulado. Es un también hábito. En tercer lugar, el proyecto apuesta por revelar las dimensiones culturales de problemas aparentemente no culturales. La regulación de la jornada laboral no parece un tema cultural, sino de legislación, pero lo es. El derecho al tiempo libre es para mí la primera demanda de cualquier política cultural. Desde ahí, se trata de posicionar al sector cultural como una agente de transformación social más allá de las puras lógicas del mercado.

A.L.: ¿Qué instituciones han de liderar las políticas culturales? V.V.: Hay al menos tres actores en la gestión cultural: la sociedad civil, el estado y el mercado. Una gestión exitosa es la que consigue articularlos. Las políticas culturales más interesantes son las que surgen de los intereses de la propia población y no son impuestas desde arriba.

A.L.: ¿Por qué le parece errada la postura en materia cultural de Mario Vargas Llosa? V.V.: Vargas Llosa escribió un libro titulado La civilización del espectáculo donde se queja de la cultura contemporánea, pero en sus argumentos casi no aparece la palabra capitalismo. El capitalismo (que él mismo defiende casi como un cruzado) es el sistema que fomenta los males que su visión detecta. Con los años, Vargas Llosa no solo se ha vuelto un intelectual cada vez más conservador, sino increíblemente contradictorio. Es una pena.

A.L.: ¿La cultura ayudará a arreglar otro tipo de problemas? V.V.: Seguimos sin entender el rol decisivo de la cultura para combatir los grandes problemas nacionales. Este es un punto clave: no hay reforma educativa sin políticas culturales sólidas. La escuela no es el único lugar educativo; los niños no son los únicos que necesitan educarse en este país. En la sociedad actual mercantilizada todos necesitamos reaprender y las políticas culturales son decisivas al respecto.