Al saber que Roger Bartra ha sacado una edición ampliada y actualizada de su ANTROPOLOGÍA DEL CEREBRO en 2014, he recordado que no tenía esta entrevista colgada en la red. Es de marzo de 2007. Era de las primeras que hacía, con todo lo bueno (inocencia, ingenuidad) y lo malo (inexperiencia, preguntas mal planteadas, etcétera) que eso pueda conllevar.
ENTREVISTA A ROGER BARTRA
ANDRÉS LOMEÑA: Usted plantea una hipótesis muy sugerente en Antropología del cerebro. Nos dice que la conciencia no tiene que ver exclusivamente con el funcionamiento del cerebro sino con una disfunción del mismo, que busca un sistema de sustitución en la cultura para vencer dificultades de adaptación y sufrimiento. A esto le llama exocerebro. ¿Qué repercusión ha tenido su tesis dentro de la comunidad científica y entre sus colegas antropólogos?
ROGER BARTRA: Los antropólogos son muy reacios a establecer vínculos con la neurobiología y han preferido los contactos con el psicoanálisis. No conozco ninguna reacción de antropólogos a mis ideas sobre el exocerebro. Mi hipótesis ha sido recibida con gran interés por varios neurocientíficos. Un ejemplo lo puede ver en el texto del Dr. José Luis Díaz publicado en Letras Libres: http://www.letraslibres.com/index.php?art=11919
A.L.: El cerebro se serviría de una prótesis cultural para superar su incapacidad de aprehender el mundo. La cultura sería una suerte de sistema simbólico auxiliar para la mente. ¿En qué medida Internet puede contribuir al desarrollo y adecuación de nuestras vidas?
R.B.: No se trata exactamente de un sistema símbolico auxiliar de la mente, sino del cerebro. No quiero decir que toda la cultura tiene ese carácter. Solamente algunos de sus circuitos. Ciertamente Internet puede en parte ser concebido como una prótesis del cerebro, en la medida en que es una formidable memoria artificial a la que recurrimos constantemente, como lo menciono en mi libro.
A.L.: ¿Tiene el arte un rol privilegiado dentro de esta forma de entender las redes culturales y simbólicas? Supongo que la literatura, por ejemplo, es un amplificador eficaz de los estados de conciencia.
R.B.: Dedico muchas páginas a examinar las funciones exocerebrales del arte, especialmente de la música y la literatura. Ciertamente, son las expresiones artísticas las que pueden revelar mejor las peculiaridades de las redes simbólicas exocerebrales.
A.L.: Los medios son una extensión o prolongación del ser humano, según McLuhan. ¿Cuánto debe a este autor? ¿Qué otras influencias importantes pesan en pensamiento?
R.B.: McLuhan ha hecho aportaciones muy importantes y, especialmente en lo que se refiere a la sinestesia, me han ayudado a configurar mi interpretación. Yo provengo del marxismo y del estructuralismo, aunque hace tiempo que he abandonado esos territorios.
A.L.: Marvin Harris hizo un ejercicio de divulgación de la antropología importante. El materialismo cultural que él defiende despeja misterios aparentes como el de la vaca en la India. ¿Qué limitaciones, si las tiene, ve en su acercamiento teórico?
R.B.: No me ha interesado especialmente el materialismo de Harris. Me estimulan más las iedeas de Clifford Geertz.
A.L.: Usted apuesta por la permanencia de ciertos mitos en la época moderna. ¿A qué clase de mitos se refiere? ¿No sería mejor cambiar las representaciones del “otro” por la convivencia e integración con otras culturas (Es decir, sustituir mitos que tienen que ver con el choque cultural por un multiculturalismo de facto)?
R.B.: Yo no apuesto por la permanencia de los mitos: compruebo que ello ocurre y que es muy importante. Me he referido extensamente en varios libros a mitos que tienen una larga duración: el mito del hombre salvaje, el mito de la melancolía. No creo que podamos “cambiar” las representaciones que tiene una cultura sobre el Otro. A ellas debemos agregar, desde luego, la convivencia (que ocurre de manera cotidiana, lo queramos o no). En cuanto a integrarnos con otras culturas, creo que, también, lo queramos o no, existen flujos masivos que integran a grandes porciones de unas culturas en otras.
A.L.: ¿Qué disciplinas externas ha integrado usted en su visión antropológica?
R.B.: Mis principales influencias provienen de la biología, de la sociología y de la filosofía, pero igualmente importantes son las influencias literarias, de la poesía, la novela...
A.L.: No puedo dejar de mencionar una cierta impresión de silencio que tiene la gramática de Chomsky. Todo el mundo afirma que es uno de los lingüistas más eminentes de la actualidad y que sus ideas han revolucionado la manera de entender el lenguaje. Pero, ¿por qué no se acude a él cuando el lenguaje interviene en casi todas las investigaciones, ya sean sobre la conciencia, la cultura o la filosofía?
R.B.: Yo creo que sí se acude constantemente a Chomsky cuando se discuten los temas de la conciencia. Pero, como lo planteo en mi libro, las ideas de Chomsky más bien han llevado a un callejón sin salida: no hay rastros de su gramática generativa en el cerebro.
A.L.: Con la globalización se están extinguiendo muchas formas culturales. Esto no es nuevo. ¿Llegaremos a un momento histórico en el que la investigación se vea forzada a estudiar la antropología urbana en detrimento del exotismo de etnografías pasadas?
R.B.: Hace mucho que la antropología ha renunciado a centrarse en el estudio de los primitivos. Tengo que admitir que el mundo urbano moderno (y postmoderno) es mucho más exótico y variado que el espacio descrito por las viejas etnografías.
3 de marzo de 2007
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