viernes, 29 de noviembre de 2013

ENTREVISTA CON ALEX WOLOCH

ENTREVISTA CON ALEX WOLOCH

ANDRÉS LOMEÑA: En su libro The One vs. The Many ha intentado restablecer la centralidad de los personajes dentro de los estudios literarios. ¿En qué han fallado autores como Propp y Greimas? A mí el modelo actancial me parece bastante convincente. ¿Quería sustituir las funciones por algún concepto diferente?
ALEX WOLOCH: Mi libro aborda las teorías de Propp y Greimas y parto de la explicación estructuralista de los personajes. Defiendo una explicación dialéctica del personaje. Eso sitúa la perspectiva estructuralista (en la que los personajes quedan absorbidos por elementos funcionales dentro de una forma narrativa más grande) en un plano más referencial (que entiende cada personaje como una persona implicada). Creo que la principal innovación de mi libro está en la interacción de esas dos explicaciones; intento usar a Propp y a Greimas de modos muy distintos. En este sentido, creo que mis interpretaciones dependen de sus obras, pues no podría haberlas hecho simplemente “al margen” de sus textos, o fuera de un paradigma estrictamente estructuralista. También intento demostrar que la mayoría de las formas significativas de caracterización (en un sentido estrictamente histórico-literario) han salido de esta interacción, es decir, de la relación dinámica y continua entre el personaje como elemento estructural y la persona implicada.

A.L.: Elaine Freedgood publicó The ideas in things. Ella se ha centrado en los objetos mientras usted se centraba en los sujetos y los personajes menores. ¿Hay similitudes en sus aproximaciones?
A.W.: Ambos estamos interesados en la lógica narrativa y en los elementos en primer plano que juegan un papel estructural, aunque ese papel, paradójicamente, puede ser oscuro o periférico. En cierto modo, mi libro es parte de un movimiento teórico mucho más amplio que presta atención a lo oscuro, lo menor, lo periférico y descentrado, lo fragmentario y lo oculto. Diría que aunque han descrito mi libro como una obra sobre personajes menores, también se ocupa de los personajes centrales, del “espacio del protagonista”, como el subtítulo indica. Para mí, una de las cosas más interesantes en la recepción de mi obra es la poca frecuencia con la que este aspecto se enfatiza (tratar la centralidad junto con “lo menor”).

A.L.: No sé qué encaje tienen las Humanidades Digitales en su proyecto intelectual.
A.W.: Creo que mi obra es poco convencional por su énfasis estructuralista, y este énfasis, casi de forma necesaria, exige una relación más íntima con los análisis cuantitativos y por tanto con las Humanidades Digitales. Estoy interesado en ver cómo se desarrolla esta relación. Cómo, en otras palabras, esas técnicas cuantitativas inician, reviven, extienden o desafían las (aún latentes) tradiciones del análisis estructural. No es un camino que haya explorado en profundidad, pero es algo que me interesa.

A.L.: En su libro habla explícitamente de “mundo ficcional”. ¿Qué relación tiene con las teorías de la ficcionalidad?
A.W.: Veo que en los mundos posibles (como en la obra de Dolezel, por ejemplo) algunas de las “presiones distributivas” de las que hablo estarían en juego: podríamos imaginar un mundo ficcional relativamente extraño con un método tradicional de distribución de personajes, o un mundo cotidiano con un sistema de personajes poco familiar y experimental. Este tipo de inversión potencial (entre la extrañeza del mundo en la historia y la normatividad del sistema de personajes como un elemento del discurso) me llama la atención. Mi libro busca constantemente formas para desenredar estas interacciones (a veces son fricciones, otras son relaciones armoniosas) entre los storyworlds y los sistemas de personajes. La integridad de las “presiones narrativas” en las que me centro (cómo distribuir la atención, cómo ordenar una figura central relativamente fuerte o débil, cómo se forman los personajes menores, descriptiva y funcionalmente, etcétera) serían un atajo para algunas de las divisiones de Dolezel, sin tener en cuenta la mirada ontológica que hayamos adoptado. Mi libro, por supuesto, hace alguna declaración de tipo ontológico, en el sentido de que un personaje siempre es en parte una persona implicada, pero intento ser muy cuidadoso para no plantear esta perspectiva en términos absolutos. Una vez más, lo que me interesa sobre todo es insistir en la doble naturaleza del personaje literario, como algo referencial y estructural (y cómo funciona esa condición en narrativas específicas de la historia literaria).

A.L.: Me pregunto qué interpretación ofrece de novelas donde hay una galería de personajes secundarios, como La Colmena de Cela o Manhattan Transfer.
A.W.: Para responder a esa cuestión, primero me preguntaría qué tipo de centralidad emerge (si es que surge alguna) como posible compensación por un sistema de personajes tan disperso. Tal y como tú señalas, esos sistemas dispersos pueden convertirse en una “galería” y lo que define una galería sería la inmovilidad, la contención, la separación y quizás la estetización. Sería una perspectiva de los personajes muy particular y no necesariamente progresista. El enfoque de la galería tiene algunas implicaciones en la noción de referencia y en la de estructura; en este sentido, el término es un buen ejemplo del tipo de interacción en la que estoy interesado. La galería, según esta perspectiva, sería una clara respuesta a las “presiones de la distribución” (políticas, éticas, narrativas, etcétera), pero quizás no una respuesta muy satisfactoria estéticamente. Sería una forma de igualar, o de intentar igualar, el sistema de personajes. Dos Passos estaba muy preocupado por los personajes centrales y por los secundarios; esos temas muestran una calidad manifiesta en su obra. Robert Musil jugaba con una gran ironía estructural, la de alguien a quien podemos considerar, por varias razones, como un personaje menor que se convierte, muy a su pesar, en un personaje central. Mansfield Park es otro buen ejemplo de esto en la época antes del modernismo. ¿El antihéroe como categoría (distinta a la del villano) implica siempre algún tipo de unión problemática o sorprendente entre el tipo de personaje y el espacio del personaje? Creo que el antihéroe es una forma muy interesante para observar esos conflictos y es algo que he pensado desde la publicación de The One vs the Many.

29 de noviembre de 2013

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