Negociaciones entre la novela y la teoría literaria.
ENTREVISTA CON JUDITH RYAN
ANDRÉS LOMEÑA: Ha estudiado las diversas conexiones entre la teoría (Foucault, Derrida, etcétera) y las novelas. Nicholas Dames habla de una “generación de la teoría”. ¿Dónde empezaron esas negociaciones y quiénes son las figuras clave?
JUDITH RYAN: Lo que Nicholas Dames llama la “generación de la teoría” fue creada por una ola de seminarios sobre teoría que se impartían en los departamentos de literatura comparada a principios de los ochenta. Paul de Man y sus colegas de Yale fueron la principal inspiración de esos cursos y los departamentos querían que los dirigiera un “teórico”. Los seminarios que se impartieron estudiaban un buen abanico de teorías y reforzaban ese conocimiento pidiendo a los alumnos que las “aplicaran” a los textos ficcionales.
Cuando llegué a Harvard del Smith College en 1985, descubrí que había muchos estudiantes que sabían teoría, pero también había algunos estudiantes (de doctorado y licenciatura) que participaron en las discusiones de clase sobre teoría sin comprender del todo la materia. Decidí crear una asignatura que no imitara los seminarios de doctorado, sino que redujera las lagunas de los estudiantes que no sabían nada de teoría. Cuando empecé a dar esas clases, los estudiantes tenían curiosidad sobre el postmodernismo y el postestructuralismo, principalmente porque esos conceptos parecían mitificados después de un primer contacto. También incluí otras teorías, como los estudios postcoloniales. La teoría de la narrativa, un interés natural que nunca abandonaré, no se impartía porque tengo un colega, William Todd, que da unas clases magníficas sobre ese tema. También enseño los palimpsestos de Genette en un curso sobre intertextualidad.
A.L.: ¿Cuál fue su principal interés en la investigación? En la bibliografía incluye un libro de Elaine Showalter sobre las novelas ambientadas en la universidad, así que quizás fue su punto de partida.
J.R.: Las novelas académicas como las de David Lodge estaban entre las primeras que negociaban y discutían con las teorías que se estaban impartiendo en los ochenta. Stanley Fish fue uno de los teóricos más importantes en ser parodiado (en El mundo es un pañuelo). Sin embargo, yo no abordé las novelas académicas ni enseñé las que Dames menciona porque tratan personajes que hablan sobre la teoría como algo que estudiaron en la universidad. El libro de Elaine Showalter sobre las campus novels, Faculty Towers, es una gran lectura y lo disfruté mucho, pero quise centrar mi curso en un conjunto de textos más amplio.
A.L.: Algunas de esas obras son novelas en clave. ¿Es una característica importante de las “novelas después de la teoría”?
J.R.: Sí, muchas novelas después de la teoría son romans à clef, una fórmula que puede llegar a ser fascinante, aunque es mucho más divertido cuando sabes o crees que conoces a la gente real oculta detrás de los personajes. Algunas de las novelas que analizo en el libro tienen personajes que recuerdan a críticos como Paul de Man o Slavoj Žižek, pero quise trabajar con novelas en las que no esperas encontrarte con la teoría.
A.L.: ¿Cuál fue el descubrimiento más relevante que hizo? Recuerdo que Elizabeth Costello de Coetzee era una novela muy contaminada por la teoría.
J.R.: La novela que realmente puso en movimiento el curso (y mi investigación) fue El perfume de Patrick Süskind. Estaba viajando cuando se publicó. Lo vi primero en alemán, después en inglés y francés. Fue una sorpresa ver que esta novela tan célebre parecía tomar sus ideas sobre el postmodernismo del segundo postfacio de El desmembramiento de Orfeo de Ihab Hassan. Desde luego, hay muchos más contactos con Hassan. En cuanto a Elizabeth Costello (además de otras obras recientes de Coetzee), esta novela participa en una corriente de pensamiento completamente nueva sobre la relación entre los seres humanos y los animales inspirada por Giorgio Agamben.
A.L.: The Novel after Theory no trata sobre novelas subordinadas a ideas como las de Robert Musil o Thomas Mann. Son negociaciones más bien indirectas. Me gustaría preguntarle si esas negociaciones y apropiaciones han sido provechosas para la narrativa. Después de todo, la teoría francesa fue perniciosa para la ciencia, según Alan Sokal.
J.R.: En Mann y Musil, las ideas “pertenecen” a los personajes individuales y se valoran en función de las conversaciones con otros personajes. En las novelas después de la teoría que traté en mi libro, las teorías no se manifiestan de esa forma. Como bien dices, se presentan indirectamente. Esa estrategia puede tener que ver con los sentimientos encontrados de los novelistas sobre las ideas a las que aluden. Hay una conciencia en esas novelas de que la teoría es ambigua y perturbadora y no todos están de acuerdo sobre su estatus o su valor de verdad. Incluso Sokal y Bricmont, que critican lo que ellos señalan como una “versión radical del postmodernismo”, reconocen que muchas ideas postmodernas, expresadas de una forma moderada, proporcionan una corrección necesaria al modernismo naif (Fashionable Nonsense, página 183). Como muchas otras imposturas, el famoso caso Sokal sirvió para invitarnos a reflexionar sobre la teoría reciente.
Tengo una gran debilidad por las imposturas por la forma en que cuestionan ideas preconcebidas como la de reconocer la escritura “auténtica” cuando la vemos. Como teórica de la literatura, mi postura es que cuando tenemos la sospecha de una pose intelectual, debemos intentar filtrar el sinsentido del sentido aparente. He crecido en una época en la que pensaba sobre estas cosas, así que soy bastante tolerante con las posiciones de ambos lados del debate.
A.L.: ¿La trama nupcial de Eugenides alteraría algo de su libro?
J.R.: En su momento me pregunté si debería incluir La trama nupcial y otros libros del estilo en algún punto, quizás en el epílogo, pero al final consideré que el conjunto de novelas después de la teoría que había estudiado tenía una cierta coherencia interna. Mi preocupación era que si incluía a Eugenides y otros autores similares, la presentación podía llegar a ser demasiado dispersa. Me quería concentrar en novelistas que habían tratado con la teoría de manera menos directa.
A.L.: Ha omitido otros tipos de teoría, como la postcolonial o el nuevo historicismo. Sólo echo en falta en su libro alguna alusión a la teoría de los mundos posibles: estoy seguro de que Umberto Eco, Italo Calvino y Borges la han usado en sus creaciones.
J.R.: No incluí la teoría postcolonial, en parte porque parecía menos contraintuitiva que algunas de las teorías postestructuralistas más destacadas, las cuales eran el foco principal de las “guerras de la teoría”. La teoría postcolonial parece más aferrada a la realidad que todos conocemos. Tal y como me escribió el poeta australiano Les Murray hace unos años: “¿Acaso no somos sujetos escindidos de una forma u otra?”
Lo mismo vale para el nuevo historicismo. Podría decirse que cuando Umberto Eco empieza una novela con la descripción de un péndulo, por ejemplo, usa la misma estrategia que muchas de las contribuciones del nuevo historicismo: el objeto, inventado en un momento y un lugar específicos, funciona como una forma de introducirnos en la materialidad del tiempo pasado.
La teoría de los mundo posibles es verdaderamente fascinante. Tengo algunos estudiantes interesados en ella y en preguntas afines como las que plantea el género de la ciencia-ficción; por ejemplo, cómo la creencia en la teoría de cuerdas puede cambiar nuestro comportamiento en el mundo.
A.L.: ¿Escribirá The Novel after Post-theory?
J.R.: La idea de escribir una secuela de The Novel after Theory podría surgir en mi mente, pero ahora mismo tengo algunos otros proyectos prioritarios.
10 de febrero de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario