jueves, 5 de mayo de 2011

ENTREVISTA CON ANDREW MILNER

Entrevista sobre estudios culturales, literatura y sociedad. Aisladamente no se entiende nada, pero a mí me ayuda a centrarme en algunos temas sobre los que quiero leer/aprender. Conclusión: no leer salvo que tengas un interés específico en el tema :)

ENTREVISTA CON ANDREW MILNER

ANDRÉS LOMEÑA: Como pasa con muchos otros autores, es una pena que sus libros no se hayan traducido al español. ¿Cuál es su mayor aportación a los estudios culturales y a la teoría cultural?
ANDREW MILNER: Es posible que mis libros no sean lo suficientemente importantes para ser traducidos al español. Pero he sido traducido al chino, al farsi, al alemán, al coreano y al portugués. Y, curiosamente, Jeff Browit, mi coautor en la tercera edición de Contemporary Cultural Theory: An Introduction (2002), es un experto en Latinoamérica, con un muy buen español, al que le gustaría cooperar con un hablante nativo para la traducción española. No se ha hecho todavía, eso es todo. En cuanto a la importancia de mi propio trabajo, no soy la persona indicada para juzgarlo, pero puedo decirte lo que he estado haciendo.
La relación entre la literatura y las políticas utópicas o casi utópicas ha sido un tema recurrente en mi obra. Mi primer libro, John Milton and the English Revolution: A Study in the Sociology of Literature (1981), se preocupaba por analizar el impacto del radicalismo político protestante de Milton en su poesía. Aunque las preocupaciones eran principalmente anglófonas, el marco teórico no lo era: el libro debía mucho a El Dios oculto de Lucien Goldmann. Seguí con The Road to St Kilda Pier (1984), un estudio de Orwell menos sustancial, aunque igualmente entusiasta, que se centraba en su izquierdismo nada ortodoxo, como demostró en su apoyo al ILP en Inglaterra y al POUM en Cataluña.
Después vino la primera edición de mi primer libro en solitario, Contemporary Cultural Theory (1991), escrito porque mi editor australiano (de la editorial Allen and Unwin), John Iremonger, me incitó. Éste es el único libro de texto que he escrito y, como todos los libros de texto, su principal propósito es guiar a los estudiantes a través de un conjunto de debates ya existentes. Pero las tres ediciones del libro (1991, 1994 y 2002) tenían también un argumento. Buscaban resistir a la creciente polarización entre los estudios literarios, por un lado, y los estudios culturales por otro, tratando los estudios literarios como parte importante de los estudios culturales. Expresaban una cierta cautela sobre el relativismo cultural implícito en la postmodernidad y su posible complicidad con la lógica del capitalismo corporativo globalizador. También llamaba la atención de manera positiva sobre la obra de Raymond Williams. Supongo que mis aliados teóricos habían cambiado gradualmente de Goldmann (y Georg Lukàcs) a Williams (y Pierre Bourdieu).
Durante los noventa, mi obra giró hacia el materialismo cultural de Williams. En 1993, publiqué un libro muy breve, Cultural Materialism, y en 1994 un artículo académico en Theory, Culture and Society, los cuales sostenían que Williams fue el mayor crítico cultural inglés de finales del siglo XX, comparable a líderes del pensamiento francés y alemán como Derrida y Foucault, Bourdieu y Habermas. Williams entabló relación con los primeros “culturalistas” ingleses, una relación parecida a la de Derrida y Foucault con el estructuralismo, en definitiva, como una especie de “postculturalista”.
La primera edición de Literature, Culture and Society (1996) era un intento de reconectar con la sociología de la literatura, lo cual pasaba al tomarse en serio a Williams (él describió su trabajo final como “sociología”, después de todo), Frankenstein, la novela de ciencia ficción de Mary Shelley, o incluso Blade Runner de Ridley Scott, junto con Milton y la Biblia. El libro de 1999 Class, destacó la importancia de los usos de la clase social en Williams como un puente crucial entre los estudios culturales y la sociología. Y mi Re-Imagining Cultural Studies (2002) hizo una evaluación sistemática del legado intelectual de Williams, siguiendo su giro desde la izquierda leavisiana (a través del materialismo cultural) hacia una especie de antipostmodernismo. Recoge sus contribuciones a áreas tan diversas como las nuevas políticas de izquierda, los drama studies, la teoría literaria, los estudios de cine y televisión, y examiné críticamente su marco teórico general sobre literatura y cultura popular.
Mientras investigaba en Re-Imagining Cultural Studies, me di cuenta de cuánto había escrito Williams sobre utopismo y ciencia ficción y qué poca atención habían prestado los académicos a esto. No hice nada por rectificar eso en el monográfico, pero seguidamente publiqué un artículo con el título Science Fiction Studies. La segunda edición de Literature, Culture and Society (2005) (que es mucho mejor libro que el primero, por cierto) fue un intento deliberado de hacer un ejercicio sobre materialismo cultural y se centró en la ciencia ficción como género.
Así que exploré las conexiones específicas entre utopía, distopía y ciencia ficción, no sólo en Frankenstein y Blade Runner, sino también en R.U.R. de Karel Čapek, Metrópolis de Fritz Lang, Experiente X de Chris Carter y Buffy la cazavampiros de Joss Whedon. Hace un uso más creativo de Bourdieu (y de Franco Moretti y Fredric Jameson) que la primera edición.
Me gustaría pensar que algunas de esas cosas fueron importantes, especialmente mi insistencia (fuera de onda) sobre la conexión necesaria entre los estudios culturales y literarios; sobre la vigencia de la obra de Williams, y sobre la importancia de la ciencia ficción como un lugar para la ensoñación social contemporánea. Pero nada de esto es completamente original. Quizás la originalidad es demasiado para una era postmoderna. Pero quizás el nuevo libro será diferente.

AL: ¿Cuál es el estado de la sociología de la literatura? La literatura comparada, los estudios culturales y la teoría literaria la están fagocitando.
AM: Es una muy buena pregunta, pero no es fácil de responder. Depende de qué quieres decir con sociología. Pienso que Greenblatt e Eagleton, Jameson y Watt hacen con frecuencia sociología. Hay un tipo de de sociología de la literatura y el arte que, sin embargo, se mueve al lado, como una clase de compañía menor a la sociología mainstream: Sociología de la literatura y La Révolution du livre de Robert Escarpit, Books: The Culture and Commerce of Publishing de Coser, Kadushin and Powell, Art Worlds de Howard Becker, etcétera. Ésta es la sociología que estaba institucionalizada en Francia y Estados Unidos, pero no es sociología de la literatura porque nunca abordó la pregunta sobre la literariedad de la literatura. Es una sociología del comercio del libro o de la autoría o de los lectores. Esto importa, por supuesto, y es una parte indispensable de una aproximación general a la sociología de la literatura. Pero necesita ser complementada por una sociología del texto. En cuanto a esto último, Moretti sostuvo que los mejores resultados son aquellos que buscan definir las leyes internas y el campo histórico de un género específico.
Él cita aquí la sociología de la novela de Lukács, El dios oculto de Goldmann, Ursprung des deutschen Trauerspiels de Walter Benjamin, los estudios sobre la música de Theodor Adorno y yo añadiría El campo y la ciudad de Williams, Immortal Comedy de Agnes Heller, Arqueología del futuro de Jameson y quizás Il romanzo di formazione de Moretti. Aunque no es una sociología de las formas simbólicas, es igualmente importante como sociología el Charles Baudelaire de Benjamin. Debemos añadir en otro tipo de sociología no reduccionista, sobre todo aquella que sitúa a los textos dentro de sus contextos culturales e institucionales, Las reglas del arte de Bourdieu así como Teoría de la vanguardia de Peter Bürger y La república mundial de las letras de Pascale Casanova. Podemos discutir sobre a quién incluimos y a quién excluimos, pero lo más destacable de esta o de otra lista es su carácter estructural como un conjunto de puntos de referencia sin campo, como montañas sin pie de la montaña. Estos son impresionantes logros individuales, pero con poco o ningún sentido de proyecto colectivo o de disciplina. Lo cual significa quizás que la sociología de la literatura se entiende mejor como una intervención en los estudios literarios que como una subdisciplina de la sociología.
En cuanto a las fronteras disciplinares, unas se tocan con otras. Mi impresión es que todos los acercamientos a los estudios literarios requieren algún tipo de teoría literaria, pero los análisis sociológicos también exigen algún tipo de teoría social. La literatura comparada (como el estudio de las literaturas nacionales) puede ser estudiada sociológicamente, pero también de forma psicoanalítica, por decir algo. En cuanto a los estudios culturales, esto significará el estudio de la cultura popular, para distinguirlo del estudio de la literatura. Pienso que el término se usaría mejor para describir el estudio de la cultura en general, así que los estudios literarios, de cine y otros serían ramas de los estudios culturales.

AL: ¿Qué recomendaciones nos hace sobre sociología de la literatura? ¿Leo Löwental? ¿El nuevo método de Moretti?
AM: Me remito a las recomendaciones anteriores. Y sí, también incluiría a Leo Löwenthal. En cuanto a Moretti, asumo que te refieres a su intento de aplicar la “teoría del sistema-mundo” a la literatura comparada. Eso me parece de lo más interesante y estoy tratando de aplicarlo a la ciencia ficción en el libro que actualmente escribo. Este género se desarrolló en lo que Moretti llama el “núcleo” anglofrancés del sistema literario mundial, sobre todo en Julio Verne y en HG Wells, y luego se extendió a la periferia y la semiperiferia, especialmente Norteamérica, donde el desarrollo combinado produjo un cambio de paradigma capaz de generalizar un subgénero literario marginal a través de todo el campo virtual. O así es como me parece en la actualidad. Tomo las palabras de Gayatri Spivak de que no hay razón para suponer que este debería llegar a ser el único método para la literatura comparada.
También espero que el modelo de Bourdieu del campo literario francés del siglo XIX (descrito en Las reglas del arte) y desarrollado en inglés en The Field of Cultural Production puede ser incorporado a la ciencia ficción francesa del XIX, y luego ser extendido para desarrollar un modelo del campo de la ciencia ficción globalizado durante el siglo XX y principios del XXI. Pero ese marco sigue siendo muy nacional, lo que puede estar bien para la Francia de finales del XIX, pero es inapropiado para nuestra cultura cada vez más globalizada. Así que me gustaría intentar una síntesis de Moretti y Bourdieu. Sólo el tiempo dirá si esto funciona.

AL: ¿Es Harold Bloom el último intento de destruir las consecuencias sociales de la literatura? ¿Es un digno continuador de Mathew Arnold, Carlyle y Leavis?
AM: Bloom rechaza las consecuencias sociales de la literatura, pero sobre todo las causas sociales de la literatura. No sé si será el último en intentarlo. En cuanto a Arnold, Carlyle y Leavis, creo que no es acertado porque todos ellos pensaron en la literatura como un problema de una considerable importancia social. El punto de vista de Bloom es que la literatura sólo existe para sí misma y no tiene ningún valor social más amplio, lo cual es una versión equivocada de los viejos argumentos del humanismo literario.

AL: ¿Prepara ya una tercera edición de Literature, Culture and Society?
AM: He coeditado tres colecciones de ensayos sobre la utopía y la ciencia ficción, Imagining the Future (2006), Demanding the Impossible (2008) y Changing the Climate, que aún está por publicarse. También he recopilado los escritos de Williams sobre utopía y ciencia ficción en un único volumen, Tenses of Imagination (2010) con un comentario crítico sobre toda la obra. Ahora trabajo en otro monográfico, Locating Science Fiction, para la Liverpool University Press.
No he considerado aún una tercera edición de Literature, Culture and Society, pero estoy seguro de que mi trabajo reciente sobre la ciencia ficción creció en la segunda edición. Lo que me interesa particularmente de la ciencia ficción es la forma en que un género definido en relación con la ciencia se encuentra obligado a producir respuestas ficticias a problemas nacidos de la investigación científica. Como señaló Paolo Bacigalupi (ganador en 2010 del premio Hugo a la mejor novela por La mujer mecánica): “La ciencia del medio ambiente nos dice mucho sobre nuestro futuro, sobre lo que hablamos del calentamiento global, o sobre la pérdida de la diversidad genética en nuestra demanda de alimentos, o acerca de los efectos de los químicos en el desarrollo humano. El exceso de estas malas tendencias me empuja a situar mis historias en mundos que son versiones disminuidas de nuestro presente”.

AL: ¿Alguna conclusión?
AM: No. Quizás debería dejar la última palabra, como suelo hacer, a Raymond Williams:

The art is there, as an activity, with the production, the trading, the politics, the raising of families ... It is ... not a question of relating the art to the society, but of studying all the activities and their interrelations, without any concession of priority to any one of them we may choose to abstract ... I would define the theory of culture as the study of relationships between elements in a whole way of life. The analysis of culture is the attempt to discover the nature of the organization which is the complex of these relationships. Analysis of particular works or institutions is, in this context, analysis of their essential kind of organization, the relationships which works or institutions embody as parts of the organization of a whole (The Long Revolution, 1965, pp. 61-63).

Honestamente, tengo poco que añadir a eso.

Andrés Lomeña
5 de mayo de 2011

1 comentario:



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