Discutible, pero nunca está de más echarle un vistazo.
ENTREVISTA CON STEVEN MOORE
ANDRÉS LOMEÑA: ¿Cuánto tiempo necesitó para la escritura de su historia alternativa de la novela? ¿Cuántos volúmenes serán finalmente?
STEVEN MOORE: Ocho años y medio. Escribí el primer volumen (hasta 1600) entre febrero de 2004 y julio de 2007, y el volumen 2 (1600-1800) entre septiembre de 2007 y julio de 2012. Aunque originalmente planeé escribir un tercer volumen (de 1800 a la actualidad), estaba exhausto después de casi diez años y desistí. Ya he dejado clara la originalidad de mi enfoque: las novelas vanguardistas no son un fenómeno del siglo XX, sino que siempre han existido.
A.L.: ¿Por qué otra historia de la novela? A mí me gusta mucho Representar la existencia de Thomas Pavel.
S.M.: Por la ausencia de una buena historia de la novela que fuera exhaustiva. Había algunas buenas historias de ciertos periodos y países, pero no conocía ninguna que tratara la historia de la novela desde una perspectiva internacional. Incluso las historias especializadas eran muy selectivas: sólo cubrían las novelas más famosas, no las obras menores. Hasta que me has preguntado no había oído hablar de Thomas Pavel. He mirado en Amazon.com y veo que su libro sólo tiene 360 páginas, así que no suena muy exhaustivo, pero tengo ganas de leerlo.
A.L.: ¿Qué cosas no deberíamos olvidar en nuestro aprendizaje literario? ¿De qué ideas o descubrimientos se siente más orgulloso? ¿Qué partes fueron más difíciles?
S.M.: La palabra “alternativa” que uso en el subtítulo significa tres cosas. En prime lugar, mi libro es una historia alternativa de la tradicional historia de la novela, que suponía que el género se originó en Inglaterra durante el siglo XVIII, cuando en realidad se originó en la antigua Grecia, si no antes. Segundo, la mayoría de las historias de la novela se centran sólo en las grandes obras; yo siempre he estado interesado en las obras inusuales y en las vanguardistas, las cuales suelen ser ignoradas. Así que dedico tanto espacio a las grandes obras como a las menores. Y tercero, quería ofrecer una forma alternativa de escribir historia literaria. En inglés, la mayoría de la crítica literaria está escrita en un lenguaje difícil y muy teórico que sólo es comprensible para los especialistas. Quería usar un tono conversacional, un estilo que cualquiera pudiera entender, a la vez que ofrecía el tipo de fuentes que usan los académicos. Quería que mis libros fueran entretenidos y educativos.
Cuando estaba en la escuela de posgrado, muchos de mis compañeros de tesis creían que sólo era importante la literatura inglesa y norteamericana: la literatura extranjera apenas se estudiaba. Muestro que las grandes novelas se han escrito por personas de todo el mundo. En inglés usamos la palabra “provinciano” para criticar a alguien que tiene una visión muy limitada de algo; no creo que las personas que aman las novelas debieran ser provincianas; ésa es la razón por la que leí tantas novelas de todas partes como pude. No deberíamos olvidar que los novelistas más grandes del mundo a menudo estaban influidos por escritores extranjeros: Cervantes por las novelas antiguas griegas, Shakespeare por las novelas breves italianas, Henry Fielding por Cervantes, Lawrence Sterne por novelistas franceses del siglo XVII. Para apreciar bien sus trabajos, deberíamos aprender sobre los libros que los inspiraron.
Las partes más complicadas fueron las que tienen que ver con la Edad Media y la ficción del Oriente lejano. Aunque conocía la historia europea, su religión y su filosofía, necesité aprender por mi cuenta sobre esos temas cuando aparecían en las novelas orientales. Ésas son las secciones de las que me siento más orgulloso. Después de que saliera el primer volumen, un especialista en literatura china me escribió para decirme que mi capítulo sobre la historia de la novela china fue la mejor explicación no especializada que jamás había leído. Y en el nuevo volumen, me siento orgulloso con las catorce páginas dedicadas a la novela del XVIII escrita por Cao Xueqin, Sueño en el pabellón rojo, una obra gigantesca (2.500 páginas) comparable a la novela de Proust.
Dicho esto, disfruté releyendo novelas inglesas del siglo XVIII, como por ejemplo Viajes de Gulliver (Jonathan Swift), Tom Jones (Henry Fielding) y especialmente Tristram Shandy (Laurence Sterne), que no había leído desde la universidad. Ésas son las que me acompañaron en mi viaje.
A.L.: Usted, hasta donde sé, escribe sin la ayuda de un equipo de trabajo. ¿Se siente como el Harold Bloom de la historia de la novela?
S.M.: Sí, me siento mucho más cercano a críticos como Harold Bloom que a los trabajadores de los laboratorios literarios y teóricos que predominan en este ámbito. Tengo la impresión de que leen más libros sobre teoría literaria que novelas de verdad. Las personas como Bloom o yo mismo podemos estar equivocadas en algunas cosas, pero desplegamos una pasión por la literatura que se echa en falta en los asépticos tratados académicos.
A.L.: ¿Cómo investiga y cuáles son sus principales influencias? Sé que cita a Moretti y a Margaret Anne Doody.
S.M.: Primero miro las historias generales de un periodo y me instruyo antes de escribir. Casi había terminado el primer volumen cuando apareció la traducción inglesa de la historia de la novela de Moretti, así que no me influyó. La obra de Margaret Doody es excelente, pero demasiado estrecha: muestra cómo las novelas griegas y romanas influyeron en las novelas europeas posteriores, pero no tiene nada que decir sobre otros periodos y nacionalidades que yo he cubierto.
A.L.: Aquí estudiamos literatura española y no literatura universal. ¿Cambiaría eso?
S.M.: Supongo que lo más natural es empezar con la literatura del propio país; Shakespeare, por ejemplo, juega un papel tan esencial en la cultura angloamericana que parecerías un tonto si no conoces su obra, pero nadie espera que conozcas a Calderón o a Lope de Vega. Si eres un estudiante serio de literatura, o un profesor de literatura, deberías al menos estar familiarizado con la literatura universal, incluso si no has tenido tiempo de leer las obras. Ése es otro propósito de mi libro: te dará una buena perspectiva general de lo que se ha escrito fuera.
A.L.: ¿Alguna recomendación de novelas españolas?
S.M.: Don Quijote es la única novela previa a 1800 que había leído en el pasado. Me gustó Tirante el Blanco de Joanot Martorell tanto como al cura de Don Quijote. Me llamaron la atención los intentos de escribir novelas únicamente en forma de diálogo como La Celestina (Rojas), Retrato de la lozana andaluza (de Francisco Delicado, como me contó Julián Ríos) y La Dorotea (Lope de Vega). Sólo se ha traducido al inglés una parte de La pícara Justina de Francisco López de Úbeda, pero era algo magnífico, al iugal que La Vida del Buscón de Quevedo. Me impresionó mucho Marcos de Obregón de Espinel y los dos libros de María de Zaya. Fray Gerundio de Campazas de José Francisco de Isla era algo tremendo. Envidio vuestra capacidad para leer los originales de esas maravillosas obras.
28 de junio de 2013
Andrés Lomeña
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