lunes, 24 de junio de 2013

ENTREVISTA CON GUY STANDING, AUTOR DE "EL PRECARIADO".

Compren el libro.
Léanlo.

La mayoría somos parte del precariado.

¡Precarios del mundo, uníos!

ENTREVISTA CON GUY STANDING

ANDRÉS LOMEÑA: Usted describe las cuatro “aes” del precariado: aversión, anomia, ansiedad y alienación. ¿Quiénes son los precarios más indefensos en este momento?
GUY STANDING: El precariado consiste en millones de personas que están inseguras y que carecen de una “identidad ocupacional”. A menudo están limitadas a pedir ayuda casi todo el tiempo. En ese contexto, las personas con discapacidades son las que atraviesan más dificultades. En algunos países están siendo marginadas y se les niegan unos subsidios que podrían darles dignidad.

A.L.: En su libro critica a los neoliberales, pero también a los socialdemócratas anticuados y a los sindicatos. ¿En qué creer entonces y qué se puede hacer en esta difícil situación?
G.S.: Es esencial darse cuenta de que estamos en el punto crítico de la Transformación Global. Las viejas estrategias políticas están desacreditadas, incluyendo tanto la socialdemocracia como el neoliberalismo. Tenemos que darnos cuenta de que ésta es una situación de incertidumbre e inseguridad crónica en la que el alcance de las desigualdades no tiene precedentes.
Ya no podemos esperar que los salarios crezcan de verdad en Europa. La globalización significa que nuestros salarios caerán hasta los niveles de las economías de los mercados emergentes (cuyos salarios crecerán paulatinamente). En esas circunstancias, cada vez más ingresos llegarán del capital y de los mercados financieros. Tenemos que encontrar formas de compartir esos ingresos, a través de fórmulas como la Renta Básica o el reparto de participaciones.

A.L.: ¿Por qué resulta tan complicado acabar con las guerras internas del precariado? Los parados a veces tienen resentimientos contra los que trabajan por un salario bajo, y éstos contra quienes reciben subsidios.
G.S.: El precariado es una clase que está en proceso de formación. En otras palabras, aquellos que la conforman tienen relaciones laborales similares, inseguridades parecidas y situaciones idénticas en su pérdida de derechos. Sin embargo, el precariado comprende tres grupos que aún tienen que identificar a los otros.
El primero es el de las personas que se han descolgado de la antigua clase obrera. Se sienten frustrados y miran hacia la generación de sus padres. Tienden a escuchar a los populistas que culpan a los inmigrantes o a otras minorías étnicas y pueden llegar a votar por políticos neofascistas. El segundo grupo consiste en los inmigrantes, las minorías y aquellos que tienen discapacidades; éstos por lo general agachan la cabeza y se concentran en sobrevivir, pero están enfadados y angustiados. El tercer grupo consiste en los que han recibido una buena educación, mayoritariamente jóvenes, pero también se incluyen otros. Están experimentando una sensación de frustración por la falta de estatus. Son incapaces de construir una vida. Están buscando una nueva agenda política progresista. Ellos son el futuro.

A.L.: ¿Cómo afecta el nepotismo al precariado?
G.S.: Me temo que en una sociedad de clases fragmentadas en la que una pequeña minoría está ganando aún más ingresos y bienestar, los privilegios pasarán de un miembro a otro de esa minoría. Habrá circuitos cercanos de privilegios. Sabemos que la movilidad social de los estratos más bajos de la sociedad es muy baja en estos días.

A.L.: ¿Es su propuesta de desmercantilizar el trabajo la misma que la de Ulrich Beck cuando hablaba de implantar un “trabajo cívico”?
G.S.: No. Creo que fue un gran error de la socialdemocracia del siglo XX (el laborismo) intentar desmercantilizar el empleo (la actividad del trabajo alienado) antes que tratar de desmercantilizar la fuerza de trabajo (las personas en tanto que trabajadores). Deberíamos hacer que el trabajo estuviera plenamente mercantilizado, haciendo que la remuneración sea principalmente monetaria, en forma de salarios. Mientras tanto, deberíamos desmercantilizar a las personas facilitando a todo el mundo una Renta Básica para que puedan sortear la situación con una mínima seguridad.

A.L.: La reducción del ocio y del tiempo libre nos está llevando a un declive del capital social. Además, en su análisis repasa la crisis de las universidades y también sugiere que estar conectados todo el tiempo a Internet es como el nuevo opio de los precarios. ¿Se puede frenar esta búsqueda psicopática del beneficio económico?
G.S.: No me gusta el concepto de capital social. La estrategia socialdemócrata del laborismo desmanteló las redes informales con las que los trabajadores alcanzaban tradicionalmente alguna seguridad. Ahora tenemos que confiar en los sistemas de subsidios, que están sometidos a una tremenda presión en todos los lugares. Mientras tanto, la educación se ha mercantilizado. Las universidades están para formar “capital humano”, es decir, personas preparadas para el mercado de trabajo. Así, la gran misión liberadora de la educación superior, la de desarrollar nuestro sentido crítico, está siendo abandonada de manera bastante deliberada. Es trágico.

A.L.: ¿Veremos algún día una Renta Básica en Europa? Tengo allegados que aún se burlan de mí cuando hablo de los argumentos de autores como Philippe van Parijs.
G.S.: Tenemos que luchar por una Renta Básica (un salario mensual de carácter individual, modesto e incondicional) porque ninguna sociedad puede funcionar bien si una creciente proporción de sus miembros se encuentra en la pobreza y tiene inseguridad económica. Yo adopto una visión distinta de la de mi amigo Philippe. Tenemos que ver la Renta Básica como parte de una estrategia redistributiva en la que damos un papel importante a las nuevas formas de representación colectiva. Tenemos que crear fondos con los que ofrecer salarios básicos. Además, yo aboliría todas las ayudas y exenciones de impuestos de las empresas y de la élite más rica.

A.L.: Muchas gracias por sus palabras.
G.S.: El desafío que tenemos por delante es rescatar el “trabajo” del “empleo”. No existe la escasez de trabajo, en el sentido de que todos nosotros queremos trabajar, ser creativos, perpetuarnos, desarrollar nuestras comunidades, etcétera. Lo que resulta problemático es el empleo, el desempeño de puestos en las empresas y los gobiernos. Pensamos que el futuro traerá muchos empleos, pero una parte creciente de éstos estarán mal remunerados y serán inseguros. Tenemos que aprender como sociedad a tratar esos trabajos como algo instrumental, no como algo que nos defina como seres humanos.

24 de junio de 2013
Andrés Lomeña

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