ANDRÉS LOMEÑA: Representar la existencia: El pensamiento de la novela es una obra maestra. No sé si ha encontrado otros trabajos que puedan rivalizar con el suyo.
THOMAS PAVEL: Gracias por sus amables palabras. Estoy agradecido de que David Roas haya traducido mi obra tan bien. El libro pertenece a un movimiento reciente que reclama mayor reconocimiento para la narrativa antigua griega y medieval en la historia del género. Cervantes, sin ir más lejos, habría estado de acuerdo porque admiraba profundamente las Etiópicas de Heliodoro, una obra que tomó como modelo para su Persiles y Segismunda, texto que consideró su obra maestra. The True History of the Novel de Margaret Anne Doody (1996) y un estudio de Didier Souiller, Armand Strubel y Wladimir Troubetzkoy publicado en su volumen Littérature comparée (1997) tuvieron argumentos similares al mío, animándome a expresar mis propios puntos de vista sobre el tema.
AL: Brian McHale me dijo que usted es mucho mejor que él imaginando diferentes tipos de mundos ficcionales. ¿No ha intentado nunca crear una tipología de mundos de ficción?
TP: Brian McHale, que es uno de los mejores y más perspicaces teóricos contemporáneos de la literatura, sería mejor que yo en llevar a cabo esta tarea. Lo que aprendí mientras trabajaba en la historia de la novela fue que hay fuertes vínculos entre los valores que se promueven en una obra y el mundo ficcional que evoca. Si miramos la forma en que los personajes encarnan ideales morales, es fascinante ver que tanto en las novelas griegas antiguas como en sus descendientes modernos más tempranos (el Persiles de Cervantes incluido), los personajes principales siempre cumplen las necesidades morales más elevadas sin dudarlo. La virtud absoluta es su terreno. En las novelas picarescas, al contrario, el pícaro o pícara hace aquello que es necesario para sobrevivir, incluyendo las cosas más deshonestas y mendaces. Dos tipos de mundos ficcionales se ponen en contraste: el mundo de la perfección moral y el de la corrupción moral. Este ejemplo muestra que para diferenciar entre tipos de mundos ficcionales necesitamos tener en cuenta el tipo de acción, las personas y los valores que se proyectan en él.
AL: Ha descrito la novela como si se tratara de una “ley consuetudinaria” donde más que normas fijas hay costumbres. ¿Su perspectiva es una validación sofisticada de La angustia de la influencia de Harold Bloom? ¿Es su historia de la novela un programa opuesto al que plantea el nuevo historicismo?
TP: Tiene razón: para diferenciarse de la tragedia y de los poemas épicos, que durante mucho tiempo se regularon por la referencia a la Poética de Aristóteles, (tanto si los escritores realmente siguieron sus reglas o, como Lope de Vega, propusieron preceptos alternativos), la novela como género evolucionó gradualmente, de acuerdo con lo que les precedía pero sin abandonar la innovación.
La teoría de la angustia de la influencia funciona para periodos que exigen incesantemente escritores para inventar nuevas tendencias y etiquetas. Los escritores pueden preguntar: ¿Soy demasiado modernista? ¿También soy postmoderno? ¿Sigo a Faulkner o a DeLillo con demasiada obviedad? Y así sucesivamente. Pero no estoy del todo seguro de que Cervantes, Goethe, Balzar o Tolstoi hayan estado atormentados por la angustia de las influencias. Más bien lo contrario: en Don Quijote, Cervantes claramente ridiculizó las novelas de caballeros andantes y en Persiles imitó y adaptó las Etiópicas. Sobre la originalidad y la influencia, el escritor francés Jean Cocteau dijo una vez de forma memorable: “La originalidad consiste en intentar hacerlo como los otros, pero sin tener éxito”.
El gran mérito del nuevo historicismo fue acercar la historia literaria a la poética, la naturaleza imaginativa de la literatura. Mi propia obra enfatiza el lugar de los personajes, la acción y los ideales humanos en el desarrollo de la literatura.
AL: Representar la existencia : El pensamiento de la novela desarrolla dos polos: el mundo ideal frente al mundo sensible. ¿Es la historia de la novela una dialéctica entre la idealización y lo real?
TP: La obra de Lukács es una de mis mayores fuentes de inspiración (junto con Fuentes del yo de Charles Taylor y El desencantamiento del mundo de Marcel Gauchet). Mi libro reivindica la dialéctica de Lukács entre el individuo y la sociedad observando en detalle su trayectoria histórica y sus dos direcciones principales: la idealización de los personajes principales (en novelas como Persiles, la Pamela de Richardson o en Oliver Twist) y, por otro lado, el énfasis en la miseria y la imperfección humana, como en Lazarillo de Tormes, Moll Flanders de Daniel Defoe y Thérèse Raquin de Zola. Esos dos tipos interactúan de diversas formas y producen una multitud de modos novelísticos.
AL: La historia de la novela es, hasta cierto punto, la historia del individualismo moderno. ¿Qué me dice de las novelas río? Las narrativas corales de Balzac, Thomas Mann, Chaucer o Faulkner habrían contribuido a una idea más perspectivista de la novela.
TP: Tienes toda la razón. El individuo puede presentarse en la novela de dos formas complementarias: como el centro de la historia y como un miembro de una unidad mayor (familia, generaciones, grupos sociales). Cada una de las novelas y narraciones cortas de Balzac se concentra en un personaje o en un pequeño grupo de personajes, pero el conjunto de La comedia humana ofrece una imagen de la sociedad francesa como un todo. Las dos convergen: por un lado, los protagonistas de Balzac son individualizados al situarlos en la sociedad, por el otro, la sociedad se representa a través de las historias de sus miembros. Lucien de Rubempré en Las ilusiones perdidas es un poeta cuyas ambiciones sociales le destruyen: el retrato de Lucien realza el de la alta sociedad de París y viceversa. Lo mismo puede decirse de los Buddenbrooks de Thomas Mann. En lo que sugerentemente llamas “narrativa coral”, el coro es esencial, pero también lo son los cantantes individuales.
AL: Ha hablado de una historia natural de las especies, explicando los géneros literarios como una competición en la que la audiencia se ha fragmentado cada vez más. Quizás la literatura erótica o pornográfica se hundió debido al surgimiento del cine erótico y porno. Sugiero que los géneros literarios no luchan solo entre ellos, sino contra todo el abanico cultural, ya sea teatro o cine.
TP: De hecho, la rivalidad y la lucha entre géneros culturales mantiene viva la cultura. Mencionas que las películas eróticas llevaron a la caída de la literatura erótica. También a la inversa, el éxito de las películas sobre el oeste llevó a la producción en masa de novelas sobre el oeste. Las novelas y películas de misterio crecieron de la mano, de igual modo que pasó con las películas y novelas de ciencia ficción. Desde finales del diecinueve ha habido una separación gradual entre la alta literatura, que exige esfuerzos considerables para entenderse, y la literatura media y baja, que son más amables para el lector. ¿Ganaría alguno de esos niveles, causando la desaparición de los otros? Lo dudo. La invención y popularidad de los coches no abolió la posibilidad de pasear.
AL: Darko Suvin me dijo que usa tus textos en sus clases. Afirmó que no le parece una coincidencia que autores como usted o Lubomir Dolezel, emigrados a la otra parte del mundo, estudiaran la teoría de los mundos posibles. No sé si ve alguna conexión entre su experiencia personal y la teoría de los mundos posibles.
TP: Darko Suvin anotó algo muy importante. Los regimenes dictatoriales promueven más que destruyen la capacidad humana para imaginar algo completamente distinto: un mundo mejor y más libre, por ejemplo. En Europa del Este nos contaron que nuestros líderes habían comprendido y dominado de una vez por todas las leyes del desarrollo histórico. La teoría de los mundos ficcionales y posibles nos ofreció una forma de pensar lo contrario. Como “los maestros de la historia” no fueron sensibles al vasto despliegue de posibilidades que rodean al ser humano, al final perdieron.
AL: ¿Qué obras nos recomendaría?
TP: Entre las obras más antiguas, hace muy poco me enamoré de la Diana de Montemayor, la novela pastoril más bella que he conocido. En el siglo XIX: Effi Briest de Theodor Fontane y Fortunata y Jacinta de Perez Galdós. En el veinte, entre tantas obras grandiosas, Solo en Berlín de Hans Fallada, Relatos de Kolimá de Varlam Shalamov, El último encuentro de Sandor Marai, Todo se desmorona de Chinua Achebe y Posesión by A.S. Byatt. En crítica literaria, recomendaría los libros de James Wood The Irresponsible Self. On Laughter and the Novel (2005) y Los mecanismos de la ficción: cómo se construye una novela (2009).
AL: ¿Qué va a publicar en el futuro inmediato?
TP: Trabajo en un libro sobre la literatura y la reflexión moral. Se discute la distancia entre nosotros y nuestra vida (considerando la violencia y la desgracia), el nacimiento de la responsabilidad moral, y, finalmente, el reino del afecto y la gratitud. Los ejemplos vendrán de la literatura antigua y reciente.
A modo de conclusión y de deseo, espero que la literatura y la crítica literaria continúen tan prósperas como lo están ahora.
20 de febrero de 2011
Andrés Lomeña
El libro de Hayot me ha traído hasta aquí :), y eso que ya la había leído. Muy buena entrevista, como siempre.
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