jueves, 24 de octubre de 2013

ENTREVISTA CON ELAINE FREEDGOOD

Interesantísima entrevista (para mí, claro xd). Deseando leer "Worlds enough" cuando lo publique.

ENTREVISTA CON ELAINE FREEDGOOD

ANDRÉS LOMEÑA: The ideas in Things explora la cultura material de las novelas victorianas. Por ejemplo, traza la historia de la caoba, un relato desconocido sobre imperios y deforestación. ¿Por qué no podemos rescatar el significado completo de esos objetos? Es lo que ha llamado “significados fugitivos”.
ELAINE FREEDGOOD: El significado es fugitivo porque perdemos gran parte del mismo a lo largo del tiempo, y lo perdemos debido a los métodos de la crítica literaria que nos enseñan a ignorar la denotación, lo material, lo literal. Si los objetos en los textos literarios no parecen tener un significado “simbólico”, entonces tendemos (nos han enseñado) a pasar por encima de ellos.

A.L.: ¿Es la hermenéutica una forma de universalizar y descontextualizar el significado de los objetos? En otras palabras, ¿está de acuerdo con Susan Sontag en su oposición a la interpretación?
E.F.: Sí, estoy contra la interpretación entendida como un tipo reflexivo de lectura en el que las convenciones de la crítica literaria se despliegan sin ningún replanteamiento de las mismas. La historia de la crítica literaria (hasta hace muy poco) se desquiciaba con las lecturas “ingenuas” o “literales”. Lo literal se demoniza constantemente y eso a pesar de que las lecturas literales son con frecuencia bastante difíciles. ¿Cómo empezar a comprender la tecnología minera en Zola o la terminología náutica en Conrad y Stevenson, por ejemplo? He coeditado, junto con Cannon Schmitt, un número de Representations llamado “Denotatively, Technically, Literally” que aborda estas cuestiones... ¡saldrá muy pronto!

A.L.: Desde los formalistas rusos y Propp hasta Greimas y Genette, las funciones y la trama han sido las herramientas más importantes para analizar la obra literaria. ¿Cuáles son las consecuencias de su cambio metodológico para la sociología de la literatura y para la narratología? Su protocolo de lectura no diferencia claramente entre sujetos y objetos, lo que la acerca, a mi juicio, al modo de trabajo de Bruno Latour.
E.F.: Conocí a Latour después de haber terminado The Ideas in Things, pero me hubiera gustado haberle leído antes. Para él, los objetos tienen agencia. Creo que habría escrito un libro más radical si lo hubiera tenido presente. Las consecuencias de pensar sobre las cosas para la narratología son muchas: temas de referencia, ruptura diegética, “realismo” histórico y otros asuntos se vuelven más delicados si nos tomamos las cosas seriamente, es decir, literalmente. Para la sociología de la literatura, pensar seriamente sobre las cosas significa analizar por qué no hemos pensado sobre ello antes y qué tipo de división del trabajo ha sido implantada para este persistente alejamiento de lo material y lo literal.

A.L.: ¿Hasta qué punto puede ampliarse su estudio? Me pregunto si su nuevo protocolo de lectura sirve en novelas no realistas, como la fantasía o la ciencia-ficción.
E.F.: Ya hay algunas buenas revisiones a mi obra acerca de cómo expandir el marco histórico en el que se examinan los objetos, cómo ir más allá en la relación de las mercancías y cómo proceder en otros géneros literarios. Me encantaría ver un uso de mi obra en la ciencia-ficción. No estoy segura de cómo sería. Hace poco intenté usar el método en algunas cartas reales escritas por enfermeras en la Colonial Nursing Association y no tuvo mucho sentido.

A.L.: No puedo esperar para leer su próxima obra: Worlds enough: Fictionality and reference in the 19th-Century Novel. Supongo que piensa poner en orden la semántica de los mundos posibles. ¿Qué nos puede anticipar de su nuevo trabajo?
E.F.: Sí, voy a ponerlo todo en orden de una vez por todas. Y luego me tomaré un descanso. Estoy haciendo campaña por un mundo único. Creo que una de las mayores tecnologías de la ficción narrativa es la producción de mundos posibles y los liberales quieren este ilustre dominio inmanente de múltiples espacios para flexionar sus músculos. Es una forma de imperialismo abstracto. De hecho, todos vivimos juntos en un mundo único y prestar atención a eso de forma conceptual y lingüística es crítico para nuestro futuro como planeta.

A.L.: No parece muy amiga de los mundos posibles. Y yo que entendía esta teoría como una herramienta liberadora en busca de imaginación y nuevas posibilidades.
E.F.: No tengo una posición per se sobre las teorías de los mundos posibles. Creo que son sintomáticas de lo que produce la ficción narrativa entendida como una tecnología de la cultura: la idea de que podemos habitar, física y mentalmente, tantos mundos como necesitemos para satisfacer nuestros mecanismos psicológicos de defensa, mecanismos que en realidad necesitamos para producir y alterar nuestras creencias. No creo que la crítica literaria sea reaccionaria, sino que la ficción narrativa nos ha ofrecido un sueño de expansión infinita y que esa expansibilidad tiene grandes efectos distópicos.

A.L.: ¿Alguna valoración final?
E.F.: Vivimos en un mundo terrible y el estudio de la literatura es ahora más importante que nunca. Las representaciones literarias tienen formas muy particulares de contarnos cómo y por qué el mundo es horrible y nos permite imaginarlo de otra manera. Nos recuerda el poder del pensamiento y la esperanza que han producido las obras literarias y sus análisis. Pienso en Eric Auerbach escribiendo desde el exilio (aunque Emily Apter nos ha mostrado que ese exilio no fue tan deprimente cómo pensamos). Estuvo separado de sus amigos, de su universidad, de su biblioteca y aun así lo más importante que podía hacer era escribir sobre literatura. Confiaba en que ese libro llegaría a sus amigos. Yo siempre estoy esperando lo mismo y saber de ti ha sido mi versión de esa esperanza privilegiada y dichosa. Gracias por tus magníficas preguntas.

Andrés Lomeña
24 de octubre de 2013

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