Entrevista con David Hesmondhalgh sobre las industrias culturales.
ANDRÉS LOMEÑA: Las industrias culturales llega a su tercera edición en inglés este mes de diciembre. ¡Felicidades! ¿Podría anticiparnos algunas de las novedades y decirnos si podremos ver el libro en nuestro país?
DAVID HESMONDHALGH: ¡Gracias! La nueva edición ha sido revisada en profundidad. ¡Casi me mata! Han ocurrido un montón de cosas en las industrias culturales desde que terminé la segunda edición a finales de 2006. Hay muchísimo material nuevo sobre “digitalización”, y también sobre las condiciones de los trabajadores en las industrias culturales. A esto hay que sumar cientos de referencias a libros y artículos publicados desde 2006. Hay un nuevo prefacio, que deja clara una vez más mi oposición al “utopismo digital” (el modo en que Internet nos salvará de alguna forma). Las ediciones anteriores se han traducido al chino, al italiano y al farsi. Desconozco si hay planes para una edición en español, pero las traducciones suelen llegar a mi mesa sin ningún tipo de aviso (aunque me han dicho que la edición coreana estará disponible muy pronto). Siempre es una sorpresa agradable, y por supuesto no tengo ni idea de si la traducción es buena.
A.L.: Como antiguo estudiante de periodismo, me suelo quejar de las bibliotecas y manuales que tenemos. Todo está muy desfasado. Sugiero que los estudios de comunicación tomen nuevo impulso a partir de un canon de libros bastante reciente: The Master Switch de Tim Wu, Mercaderes de la cultura de John B. Thompson y La Googlelización de todo de Siva Vaidhyanathan. También su libro, cómo no, así como Redes de indignación y esperanza de Manuel Castells y la sexta edición de Teoría cultural y cultura popular de John Storey. ¿Cuáles serían sus recomendaciones para ampliar nuestro conocimiento?
D.H.: Hay algunos libros increíbles en tu lista, y es un honor que me incluyas en tales compañías. Podría recomendar cientos de libros sobre los medios de comunicación, pero tengo en cuenta su sugerencia de que sean publicaciones más o menos recientes. Hay algunos libros fantásticos que suponen desarrollos en los medios y la cultura: Why Voice Matters de Nick Couldry (2010); la edición Medios y democracia de James Curran (2010); El mito de la democracia digital de Matthew Hindman; Ordinary People and the Media de Graeme Turner. The Net Effect de Thomas Streeter es una historia brillante de Internet.
Algunos de mis escritores favoritos tratan, de manera más amplia, sobre temas culturales. Soy un gran fan de Andrew Ross (por ejemplo, su libro sobre el trabajo cultural, Nice Work If You Can Get It, un título algo raro para oídos españoles porque es una alusión a una antigua canción). Edwin Baker, uno de los escritores más importantes sobre los medios, murió hace un par de años. Sus libros sobre los medios, los mercados y la democracia, y también sobre la concentración mediática, están llenos de lucidez y sabiduría. Y recomiendo encarecidamente a mi colega Helen Kennedy y su libro sobre diseño web: Net Work: etichs and values in web design (2011). Podría seguir así un buen rato. Estoy seguro de que habrá grandes trabajos en español y desearía que mi competencia en tu idioma fuera mejor (por no hablar de mi francés, mi alemán y mi árabe). Soy un beneficiario del vergonzoso imperialismo lingüístico de los países anglófonos.
A.L.: Disney ha comprado Lucasfilm y la editorial Random House se va a fusionar con Penguin. ¿Qué implican estas descomunales adquisiciones en la industria de la cultura y el entretenimiento?
D.H.: No hay duda de que muchas obras magníficas aún salen de las grandes corporaciones. Pero pienso que los conglomerados casi siempre van en detrimento de la producción cultural. Creo en el papel del subsidio para hacer posible una cultura más potente y una mejor comunicación pública. También creo en los grupos de comunicación con una fuerte vocación de servicio público. No creo que las posibilidades progresistas de Internet compensen los aspectos más preocupantes de las mayores organizaciones capitalistas.
A.L.: El escritor Mario Vargas Llosa debatió con el sociólogo Gilles Lipovetsky sobre la cultura. Aunque simplifico, el novelista hablaba de una especie de apocalipsis cultural, mientras que Lipovetsky era algo más optimista. ¿En cuál de las dos posiciones se ve usted?
D.H.: No conozco este debate, pero por lo que dices, Vargas Llosa adopta una música que me es familiar, una especie de “profecía kitsch”. No creo que estemos al borde de ningún apocalipsis cultural. De hecho, creo que no tenemos tiempo para asimilar todos los grandes libros, películas, música y televisión que están disponibles. Pero eso no quiere decir que todo sea maravilloso. Los problemas reales están en la desigualdad masiva (económica, cultural, educativa) y en los interminables triunfos de aquellos que favorecen los negocios y la mercantilización por encima de otros valores como la creatividad, el conocimiento y la prosperidad humana. En Inglaterra, las cosas parecen empeorar cada vez más (y oigo cosas muy preocupantes de mis amigos españoles, que dicen que las cosas están aún peor). Dudo que las victorias del neoliberalismo sean lo que Vargas Llosa tiene en mente.
A.L.: La internacionalización, para usted, no es exactamente ni la globalización ni el imperialismo cultural. ¿Qué está ocurriendo, entonces? ¿Vivimos una Mcdonalización de la sociedad, por decirlo con las palabras del sociólogo George Ritzer?
D.H.: Lo que está ocurriendo es algo muy corriente, y a la vez es algo extraordinario. Los negocios y los artistas buscan audiencias, y algunos productos culturales hacen viajes que atraviesan las fronteras de los países. Esto provoca algunas experiencias increíbles. Pero también puede acarrear explotación y desigualdad a nivel internacional. Nunca me han llamado mucho la atención los escritos de Ritzer. He llegado a pensar que la palabra globalización es uno de los conceptos más aburridos y con menos sentido del mundo. Y la idea de la McDonalización me gusta tan poco como el propio McDonald como empresa de alimentación global.
A.L.: Muchas gracias por sus palabras.
D.H.: Los medios y la cultura son más complicados y polémicos de lo que los profetas de la muerte cultural o los voceros de una gloriosa era digital nos habrían hecho creer.
Andrés Lomeña
12 de noviembre de 2012
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