RECUPERO LA PRIMERA ENTREVISTA QUE HICE DE FORMA ESPONTÁNEA (ES DECIR, NO ERA PARA NINGÚN PERIÓDICO).
EL ENCUENTRO DIGITAL FUE CON ANTONIO ESCOHOTADO PARA LA REVISTA CRONOPIS... EN ALGÚN MOMENTO DE 2006-2007.
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Un encuentro con el filósofo y sociólogo Antonio Escohotado es todo un viaje hacia el conocimiento. El escritor de la monumental “Historia General de las Drogas” nos habla sobre su visión del mundo, obviando las polémicas que a veces han ido asociadas a su nombre. Este defensor del consumo responsable nos ofrece una lectura atenta del presente, dejándonos entrever una miríada de sueños e ideas.
ANDRÉS LOMEÑA: Leí en una de sus entrevistas que uno de los mayores placeres de la vida es dormir sin soñar. ¿Dónde estamos en ese instante? Así dicho, parece que es lo más cercano a la experiencia de la muerte.
ANTONIO ESCOHOTADO: Dormir sin sueños es la eternidad serena, efectivamente. Nos repara cada día, y responde también a la pregunta sobre el más allá: la ultratumba es dormir.
AL: ¿Ha sido muy aventurero en la vida?
AE: Sí, sentimental y profesionalmente, quizás demasiado, y también me hinché de viajar por la geografía exterior e interior.
AL: ¿Se han trivializado últimamente los viajes interiores?
AE: En los años sesenta y setenta no estuvo ausente la trivialidad.
AL: Muchos le consideran un gurú. ¿Le incomoda? ¿Cómo acabaría con esta mitificación?
AE: He intentado conocer de primera mano y disfrutar con algunas drogas, sin masoquismo. Mi vocación es técnico-científica, y me molesta ser tomado por guía religioso, santón o chamán tanto como a un ingeniero con un brujo. Toda magia es risible, cuando no criminal.
AL: Como filósofo, ¿Qué opinión le merece Peter Sloterdijk? ¿Qué pensadores deberíamos conocer todos, si es que hay alguno?
AE: Me avergüenza no haber leído aún a Sloterdijk, aunque lo haré. Aristóteles y Hegel son a mi juicio las dos cabezas supremas.
AL: Las utopías del siglo XVII describían una sociedad ideal; Francis Bacon o Tomás Moro especularon con el futuro. Yo tengo una utopía propia: una sociedad donde la cultura del prohibicionismo se ha abolido (drogas, prostitución) y en la que existe una Renta Básica (Un ingreso mínimo para todos los ciudadanos, independientemente de que trabajen o no). ¿Qué inconvenientes tiene mi utopía?
AE: Una sociedad como la española actual, por no decir la danesa o la canadiense, ha abolido la angustia de sobrevivir. Nadie se muere aquí de hambre o siquiera se acerca a estados de necesidad aguda, pero esa prosperidad no se ha conseguido gracias a un plan sino por una autoorganización en gran medida impersonal e inconsciente. Las sociedades educadas son ricas, vivan donde vivan, porque basta no obstaculizar la comunicación para promover opulencia.
En cuanto al trabajo, sustituirlo por un salario social desincentiva demasiados actos y supone un retorno al sistema de cartillas de racionamiento que fulminó al Imperio Romano y luego a las llamadas democracias populares. Descubra cada cual modos de ser útil a otros, aplíquese a ello en función de las ganas que tiene de gastar dinero, y en situaciones de pleno empleo eso bastará para que los ingresos se difundan. La fuente de todos los males económicos es considerar que una sociedad compleja puede dirigirse mediante decretos. La economía es tan refractaria al voluntarismo simplista como el clima. Pedir que llueva el martes y haga Sol el miércoles no es menos absurdo, por ejemplo, que elevar el salario mínimo sin un previo incremento de la productividad. El resultado de esto último sólo puede ser que se reduzca la capacidad adquisitiva real.
AL: Un viaje alucinógeno puede provocar una sensación que algunos describen como "estallido de significado". Este colapso, ¿Puede ser un síntoma de que la persona tomó una dosis excesiva, o acaso que no estaba preparada para que abrieran las puertas de su percepción?
AE: Es consustancial al viaje profundo quedarse sin significados, y los viajeros deberían saberlo a priori. Las bondades de ese "colapso" vienen de que poco a poco nos recobramos, con un sentimiento de inmenso alivio. Haber atravesado el duro trance nos hace más humildes e inteligentes.
AL: Terence Mckenna , ¿Era un loco o un visionario?
AE: Era un tipo de entendimiento despierto que habría llegado a conclusiones menos arbitrarias estudiando bastante más.
AL: La ficción literaria me ha hecho viajar a sitios que nunca podré encontrar en la realidad; no puedo visitar maravillas como "Castroforte del Baralla" si no es gracias a una novela. ¿Qué lugares literarios visita usted?
AE: Leo ante todo historia, porque la realidad es siempre más profunda y variada que la fantasía, a mi juicio.
AL: Me gustaría saber si la búsqueda de conocimiento puede convertirse en algo destructivo, aumentando nuestra neurosis o sumergiéndonos en la melancolía.
AE: La búsqueda de conocimiento puede ser un cajón de sastre. Si se trata de una experiencia introspectiva empieza y termina en nuestro yo. A mí me interesa cada vez más el tipo de conocimiento que alcanzan los profesionales en sus respectivos campos.
AL: ¿Confía, como Habermas, en la posibilidad de salvar el proyecto ilustrado?
AE: Aborrezco el verbo salvar tanto como el verbo creer, que atribuyo a los pobres de espíritu. Nuestras sociedades han ido progresando en civismo sin que nos diésemos cuenta, simplemente al espabilarse la mayoría de sus miembros en términos prosaicos, aprendiendo a prestarnos servicios. Hay ilustrados sabios como Hume o Kant, e ilustrados no sabios; el mejor antídoto para las trivialidades autoritarias de Voltaire, Rousseau, Helvecio o D'Holbach es leerlos, comprobando hasta qué punto su crítica es acrítica y está envuelta en autocomplacencia.
AL: Se dice que su libro "Historia General de las Drogas" no tiene precedentes en ninguna lengua. ¿Es cierto o es puro márketing editorial? ¿Podemos compararlo en algún grado con "Historia de la sexualidad" y "Vigilar y Castigar", o sería erróneo equipararlo con las obras de Foucault?
AE: Mi historia de las drogas es sólo el esqueleto de un trabajo que esperaba ver completado por muchos otros investigadores, pues ver el mundo desde esa perspectiva implica abrir una ventana donde no la había, pero requiere encontrar muchísimas más informaciones diseminadas en infinitas fuentes. Lástima que sólo haya estimulado unos pocos estudios de rango científico, como el de J.C. Usó.
En cuanto a Foucault, su trabajo es muy irregular. El libro sobre la cárcel es excelente, todo lo contrario que su historia de la sexualidad. Mi vocación no es impresionar o provocar, sino enterarme de qué pasó aquí y allá. Cuanto más sepa del pasado y el presente más cumplo el destino elegido.
AL: ¿La antropología está en peligro de extinción?
AE: Las disciplinas vienen y van. El hecho de que hayan desaparecido los grupos ágrafos de cazadores-recolectores obliga a otra antropología. También la sociología parece en trance de extinción.
AL: Según muchos intelectuales, la postmodernidad no nos ha enseñado nada y está a punto de llegar a su fin. ¿Está de acuerdo con la afirmación?
AE: La postmodernidad es inseparable del "epatamiento", y a mi juicio nace con "Crítica de la razón dialéctica" de Sartre, que sería un fracaso conceptual si no fuese una obra ridícula.
AL: ¿Se puede tener sexo cuando se está en un viaje alucinógeno?
AE: Sí, incluso en la subida, y entonces tenemos una potencia y una fantasía inigualables.
AL: Por último, ¿qué diagnóstico tiene del presente? ¿Qué viaje nos propone para el futuro?
AE: El simplismo voluntarista de los anticomerciales seguirá convergiendo con el simplismo voluntarista de los islámicos, y la sensación de fragilidad, sinsentido y aburrimiento dentro de la opulencia seguirá aguijoneándonos. Mi propuesta es la ya antigua: "sapere aude", atrévete a saber.
DESPIECE 1.
AL: Su plato de cocina favorito.
AE: Las migas con huevo frito.
AL: Un deporte.
AE: El ajedrez.
AL: Un disco de música.
AE: Cualquier antología de los Beatles.
AL: Una película.
AE: Sin perdón.
AL: Algo que no perdonaría.
AE: La crueldad.
AL: La última vez que lloró.
AE: Lloro siempre de entusiasmo, cuando un libro me muestra actos de grandeza ética.
AL: Un pronóstico.
AE: Más de lo que ya hay.
AL: Un vicio inconfesable.
AE: Las películas X.
AL: Alguien que le saca de quicio.
AE: El charlatán.
DESPIECE 2.
AL: ¿Cómo cree que se le recordará?
AE: Ni idea. Querría quedar como alguien que se buscó a sí mismo estudiando el resto de la realidad.
AL: ¿Cuántos libros lee de media al año?
AE: 40 o 50.
AL: ¿Cómo celebra su cumpleaños?
AE: No lo celebro.
AL: En una escala de uno a diez, qué importancia tiene el sexo en su vida. ¿Y la amistad?
AE: 8 para el sexo y 10 para la amistad.
AL: Con quién viajaría a la India... ¿Y de viaje de negocios?
AE: No me gusta la India, y hace mucho que no hago negocios.
AL: ¿Le asustan las nuevas tecnologías?
AE: Para nada.
AL: ¿Es usted... cínico?
AE: En el sentido de buscar la naturalidad.
AL: ¿Conversador?
AE: Hasta la verborragia.
AL: ¿Gracioso?
AE: El humor del absurdo es el único que me conmueve.
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ResponderEliminarBuena entrevista!, aunque algo inconexa...
ResponderEliminarinteresante lo que dice de los sueños, me parece cierto, nada como una pequeña nada para tener un gran descanso reparador.
Salud.
http://rompiendoelcristal.blogspot.com/
Espectacular entrevista, justo lo que buscaba...
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