Una entrevista muy estimulante e imaginativa.
ANDRÉS LOMEÑA: Usted es como un bardo que narra la batalla entre la razón y el mito. ¿Quién es el culpable del desencantamiento del mundo actual? ¿La poderosa ciencia, los eternos monoteísmos?
PATRICK HARPUR: ¡Es difícil responder a esta pregunta! Para mí el culpable es el arrogante “ego racional”, que se prefigura en los mitos de Heracles y Sigfrido, y que irrumpe con fuerza en el gran giro de la historia de la cultura occidental (me refiero al siglo XVII), cuando la ciencia, la filosofía moderna y nuestra concepción actual de la conciencia y el cosmos nacieron. Podemos decir que los viejos mitos centrados en los dioses, en la naturaleza o en la virgen María fueron usurpados por Apolo en su apariencia de deidad monoteísta protestante (o puritana). Y fue más poderoso cuanto más irreconocible por nuestras conciencias. La conversión tuvo lugar en un nivel muy profundo donde reside la imaginación (el inconsciente colectivo).
AL: Primero nos asombró con Realidad Daimónica. Después, continuó el trabajo iniciado con El fuego secreto de los filósofos. Y ahora ha publicado en inglés Una guía completa para el alma. ¿Es su último libro el más comercial?
PH: He escrito tres libros sobre la misma tradición: las prácticas de la filosofía gnóstica (imaginativa), algo que los alquimistas llamaron “la cadena áurea”. Mi primer libro fue un intento de describir la realidad, no la imaginaria o la literal, sino la imaginativa y daimónica. El segundo fue un intento de rastrear la historia completa de la cadena áurea, desde sus raíces en Platón, pasando por los alquimistas y la magia del Renacimiento, hasta llegar a los poetas románticos y los psicólogos modernos (comparándolos con el animismo y el politeísmo de las sociedades tribales). Mi último libro intenta ver esta tradición olvidada desde el punto de vista del alma, con énfasis en la imaginación, la vida y la muerte. Me gustan estos tres esfuerzos. El libro sobre el alma es el más corto y puede verse como el más comercial, pero el primero está lleno de historias sobre lo paranormal, así que también podría ser un candidato al más comercial. En realidad, el libro más complejo y más completo (mi historia de la imaginación) ha sido el que ha vendido más ejemplares.
AL: Algunos neurobiólogos dicen que el libre albedrío es una mera ilusión. ¿Cuál es su opinión?
PH: El concepto de libre albedrío es muy polémico y está ligado a la teología cristiana y su sucesora: la filosofía moderna. Sin embargo, ya he levantado dudas sobre la capacidad de esos dos sistemas para proveer una explicación satisfactoria del alma humana. De hecho, ofrezco una explicación del libre albedrío en mi libro sobre el alma que chocará a muchas personas, pero ésta es prácticamente universal fuera de nuestra cultura. Me refiero a lo que los griegos llamaron “el daimon personal” (aunque tiene muchos nombres distintos en otras culturas). Nuestros dáimones personales nos guían para conseguir nuestro destino, el cual es una especie de esquema para nuestras vidas, un patrón que hemos elegido antes del nacimiento. Platón cuenta la historia completa al final de La República. En resumen, tenemos que obedecer el patrón fijado por el daimon, lo que paradójicamente nos da un gran sentido de la libertad, en lugar de seguir la libertad ilusoria de nuestros egos racionales. Somos libres, por supuesto, para rechazar las indicaciones de nuestros dáimones, pero al hacerlo estamos dando de lado a nuestro bien más preciado. Somos menos libres que cuando pensamos que lo somos porque se tiene una idea muy distorsionada de la libertad.
Como la idea cristiana de la obediencia como libertad perfecta, servir a nuestro daimon es encontrarse a uno mismo de manera que al final de nuestras vidas (o solamente después...) nos damos cuenta de que cualquier decisión deliberada estaba ya escrita.
AL: ¿Se animará a leer el Tratado de ateología de Michel Onfray cuando esté publicado en su idioma?
PH: No, ya he gastado demasiado tiempo de mi vida leyendo los manifiestos de materialistas y racionalistas que rechazan a los dioses sin darse cuenta de que ellos mismos están sometidos a los dioses. La gran madre, Hera, gobierna a los materialistas porque es ella quien lo reduce todo a la simple materia. Apolo, que es un gran dios cuando se suaviza con su hermano Hermes o su contrapartida Dionisio, es un racionalista monomaníaco cuando reina solo. Él llega a ser, como los discípulos del cientifismo, intolerante con cualquier cosa que rezume alma, imaginación o mito. Los ateos no son conscientes de su culto ateo y así alcanzan una idea exagerada de su propia importancia.
AL: ¿Qué opina de las filtraciones de Wikileaks sobre fenómenos UFO?
PH: Predije hace tiempo que cuando se abrieran los archivos secretos de los gobiernos sobre fenómenos UFO, encontraríamos informes que desconcertarían a las agencias del gobierno que los clasificaron porque no tenían ni idea de cómo actuar o a qué atenerse. Éste parece ser el caso.
AL: No parece tener muchos compañeros de viaje. ¿Quién le ayudará a seguir trabajando en la cultura de la imaginación?
PH: Es cierto, no hay mucha gente que haya intentado unificar las diferentes formas de la tradición daimónica o de la cadena áurea. Mis propios esfuerzos son insuficientes, pero tengo que intentarlo porque vivimos en una época de especialización donde los académicos son reacios a combinar varias disciplinas. Tengo fe en los poetas, que trascienden todas las fronteras. Pero no hay muchos poetas capaces de penetrar en los niveles más profundos de la imaginación y de sacar a relucir las imágenes arquetípicas y míticas para que revitalicen nuestras pobres almas.
AL: ¿Ha jugado a rol? Parece una buena forma de gozar con las inagotables fuentes de la imaginación.
PH: Me temo que no juego a rol. Estoy cerca de experiencias así cuando termino de leer a Shakespeare o la Biblia. Nuestra vida imaginativa (el inconsciente y sus dáimones) surge espontáneamente de los juegos de ordenador, las películas de terror y la televisión. Eso está bien. Lo único que me preocupa es que ese contacto es pasivo y meramente fantástico. No es como un compromiso con lo real, el otro mundo imaginativo, como nos pasa con los sueños, las pesadillas, las visiones, las experiencias de iniciación... En esos encuentros activos nos vemos transformados en lo más hondo y esas transformaciones (esas muertes y renacimientos) no pueden sustituirse por los juegos de una pantalla.
AL: Más allá de sus libros, ¿usted cree en Dios? ¿Qué pasará cuando usted muera?
PH: ¡Podría responderte con todo un libro! De hecho, mi último libro responde a eso. Por cierto, la edición española llegará, con un título diferente, en abril de 2012 aproximadamente.
Soy un neoplatónico cristiano. Esto es una criatura imposible que mezcla cristianismo y paganismo, lo monoteísta y lo politeísta. Así que creo en Dios y en muchos dioses. Cuando muera, espero volver al gran Alma del Mundo del que nací, y encontrarme allí por primera vez con mi daimon personal, que me mostrará mi vida entera, con todo lo bueno y lo malo. Él me conducirá a mi deidad (el daimon sólo es mi deidad dominante disfrazada), que puede darme, si soy afortunado, una mirada de El Único, que es siempre uno, incluso cuando aparece lo Múltiple en un perpetuo flujo de vida imaginativa. Algo así será.
AL: ¿Qué opina del vegetarianismo?
PH: Ésta es una cuestión a menudo ensuciada por la ideología. Trato de evitar toda ideología porque creo que la ideología, tal y como la defino, es un impulso religioso que ha estado secuestrado por una deidad, al igual que el racionalismo está secuestrado por Apolo o el fundamentalismo cristiano ha dejado de ser una religión y se ha convertido en una ideología porque ha sido secuestrado por un dios septentrional, protestante y masculino. No tengo una posición fuerte sobre comer animales. Tengo una visión fuerte sobre las formas en que los animales son criados y asesinados. Los animales están también contenidos en el alma del mundo y, aunque quizás no tengan almas individuales como nosotros las tenemos (nuestros animales domésticos la tienen a través de su asociación imaginativa con nosotros; nos encontramos con nuestros perros y gatos de nuevo en el más allá), sí tienen almas como especie, las cuales tienen el derecho de ser tratadas como sagradas. Por eso los antiguos cazadores trataban a sus presas como poderosos dáimones que permiten ser asesinados mediante un ritual.
AL: ¿Cuál es su opinión sobre los mundos posibles?
PH: Los que defienden la existencia de otros mundos, como universos paralelos según la teoría de los físicos modernos, contienen una intuición verdadera: hay “otro mundo” que cambia de forma según el contexto mítico con el que lo imaginamos. El error es tomarse este otro mundo de forma literal. Es real, más real que este mundo, pero no es literalmente real. Siempre que la ciencia se aferre a la literalidad, esto sonará a ciencia ficción, y ciencia ficción de la mala.
AL: ¿Alguna conclusión?
PH: ¡No! No hay conclusión. Todos tenemos que soñar hacia adelante, como hubiera dicho Jung.
Andrés Lomeña
27 de enero de 2011
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